El COVID-19 ha golpeado fuertemente a Ecuador, pero principalmente a la ciudad de Guayaquil, ubicada en la provincia de Guayas. Según cifras oficiales en ese país hasta este 2 de abril, se han registrado 3.163 contagiados por coronavirus y 120 muertos.
En una humilde barriada de Guayaquil, en el oeste de Ecuador, Karina Cruz padece un drama adicional a la muerte de su esposo. En medio de la saturación de servicios por la emergencia del nuevo coronavirus, nadie puede recoger el cuerpo de Daniel Larrea que permanece inerte en la sala de su casa desde el lunes.
Daniel era un conductor de Uber, tenía 42 años y pasó siete días con fiebre alta, pero los doctores le dijeron a Karina que no lo llevara al hospital, “porque todo estaba colapsado”. Empeoró y falleció, y aunque la familia cree que fue por COVID-19 nunca se le hizo una prueba.
Su cuerpo yace cubierto con un plástico negro compartiendo espacio con ocho personas que viven ahí.
En Guayaquil, una ciudad de 2,6 millones de habitantes, los hospitales rechazan a los pacientes y los cuerpos se quedan por días en las casas en medio de una crisis completa de su sistema de salud por la pandemia del coronavirus.
El gobierno ha informado de más de 3.163 contagios hasta el jueves en todo el país. Oficialmente hay 120 muertes, pero muchas personas más han muerto sin que se les hubiera hecho la prueba, como a Daniel, padre de cuatro hijos de 20, 16, 13 y 11 años.
La provincia de Guayas, cuya capital es Guayaquil, tiene 2.243 contagiados y es considerado el epicentro de los contagios en Ecuador.
Guayaquil “está experimentando lo que esperamos ver en todos los países, una curva ascendente de los casos acompañado de la mortalidad asociado a él, en este caso los grupos más vulnerables”, dijo a The Associated Press Gina Watson, representante de la Organización Panamericana de la Salud en Ecuador, aunque aseguró que no es un comportamiento “anormal” del virus.
“La humanidad ha aprendido a vivir con las diferentes pandemias que han existido”, dijo. “Se aprendió a vivir con viruela y la viruela se erradicó, se aprendió a vivir con polio y en el caso de las Américas se eliminó … también aprenderemos a vivir con el COVID”.
Medios ecuatorianos han mostrado esta semana escenas del drama en Guayaquil: cadáveres abandonados en las calles apenas cubiertos con plásticos o sábanas y largas filas de personas frente a hospitales y cementerios a la espera de saber el destino final de sus muertos.
Y la mayoría de las funerarias, que además de retirar cadáveres de casas y hospitales se encargan de los trámites legales y el entierro o cremación, han suspendido actividades ante el temor de que sus empleados se contagien del coronavirus.
La Funeraria Terán es una de las pocas que siguen operando. Merwin Terán, que trabaja ahí, contó que estuvo en un cementerio donde le dijeron que en un día normal recibían unos 30 muertos, pero sólo el lunes llegaron 149 y que en la morgue de un hospital vio 50 fallecidos. “Es un olor desesperante”, dijo.
Pese a que cientos de miles se han contagiado en el mundo con el nuevo coronavirus, la mayoría sólo tiene síntomas moderados, como fiebre y tos, aunque otros, sobre todo las personas mayores o con enfermedades previas, pueden desarrollar neumonía y morir.