“La permanencia, la perseverancia y la persistencia
a pesar de todos los obstáculos, desalientos e imposibilidades…
Es esto lo que distingue un alma fuerte de las débiles.”
Thomas Carlyle (04-12-1.795 / 05-02-1.881).
Thomas Carlyle, fue un filósofo, historiador, traductor, matemático, profesor, crítico social y ensayista escocés.
Estando en Cuaresma entramos en una cuarentena global jamás conocida en la historia de la humanidad; fue impuesta por una pandemia que azota a los seres humanos y agrava la desesperante situación que hemos venido soportando los venezolanos.
El que las altas temperaturas detienen la proliferación del virus hace pensar que en realidad habitamos una “Tierra de Gracia”, bendecida por el Todopoderoso que llamamos Dios. El clima tropical que nos caracteriza se ha acentuado con un verano inclemente que eleva los termómetros y lleva su lectura a temperaturas inmediatas a la fiebre. Esto me hace suponer que hasta ahora es lo que ha detenido la expansión del “Corona Virus”, impidiendo su propagación ante la ignorancia e imprudencia demostrada por aquellos torpes que permiten que niños y adolescentes jueguen en las vías públicas o salen de sus viviendas a jugar dominó o a realizar injustificadas conversaciones callejeras, contraviniendo los establecido por las mismas autoridades que nos conminan a lavarnos las manos continuamente aun sabiendo de su irresponsabilidad ante lo que sucede con el suministro del agua necesaria para realizar una asepsia adecuada a la grave situación que enfrentamos, así como tampoco es difícil presumir que hay sectores que son extremadamente vulnerables porque en ellos habitan sólo adultos mayores, personas de la tercera edad e infantes a los cuales cuidan porque sus padres han emigrado formando parte de la diáspora atroz que está destruyendo a las familias que constantemente están amenazadas con una emergencia epidemiológica ante el colapso de las cloacas que se obstruyen por la escasez de agua, liquido que arrastraba los desechos y que ahora se solidifican tapando el sistema y las excretas corren libremente en las vías públicas; mientras la recolección de los desechos sólidos se hace cada vez peor la amenaza de insalubridad crece directamente proporcional a ello.
La destrucción de los servicios públicos se ha hecho sentir en estos días de encierro, la penumbra que sirve de refugio al hampa trae consigo el terror a las personas que deben permanecer encerradas en sus viviendas; los continuos cortes de energía eléctrica destruye los electrodomésticos y a las pocas maquinaria que insisten en producir.
Dios en su benevolencia ha de controlar el avance de la pandemia porque se tiene el temor de poder solventar la emergencia ante el verdadero estado de los servicios de salud, hospitales, ambulatorios, y ante el desabastecimiento de medicinas.
Esto pareciera ser repetitivo pero es un simple llamado la reflexión para quienes han asumido la responsabilidad de dirigir los destinos del país, de los estados y de los municipios porque la extrema situación en la cual vivimos aun no se sabe su final, ni cómo vamos a hacer para llegar a él, por lo pronto:
Exigimos a la autoridad a quien competa:
“El restablecimiento normal del suministro de agua imprescindible para la asepsia.”
Las dificultades nos harán crecer… de ellas sacaremos lo bueno.
El infierno se puede transformar en un paraíso si vivimos en libertad y las autoridades cumplen con la responsabilidad aceptada.
Maximiliano Pérez