#OPINIÓN La corona de espinas y el coronavirus #22Mar

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El escritor israelí Amos Oz dice abiertamente que fueron los judíos quienes mataron a Jesús. Durante milenios la Iglesia Católica se dedica a calificarlos como asesinos de Dios.

Hoy, sin embargo, los historiadores se inclinan a reconocer que fueron los romanos y no los judíos quienes condenaron al profeta rebelde. 

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Después de los azotes que fueron posteriores a los falsos juicios, y antes de que Él fuera crucificado, los soldados romanos «pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha, e hincando la rodilla delante de Él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, rey de los judíos!» (Mateo 27:29; ver también Juan 19:2-5). Mientras que fue sumamente dolorosa, la corona de espinas tuvo que ver más con una burla que con el dolor. Aquí estaba el «Rey» de los judíos» golpeado, escupido e insultado supuestamente por soldados romanos de bajo rango. La corona de espinas fue la culminación de su burla, tomandola como símbolo de realeza y  majestad, y convirtiéndola en algo doloroso y degradante.

La corona de espinas es un símbolo cristiano que recuerda la Pasión de Jesús. Se menciona en los evangelios de Juan (19:2, 5), Marcos (15:17) y Mateo (27:29).

Pero hoy, después de 2020 años aparecen los asiáticos colocándole al mundo una corona de espinas: «El corona virus». No fue la corona que mató a Jesús pero sí lo martirizó. A nosotros nos está matando el virus y sigue martirzándonos. 

Wuhan es la capital de la provincia de Hubei y la ciudad más poblada en la zona central de la República Popular China, epicentro del brote del corona virus. 

Quizás no es una megalópolis tan conocida como Pekín o Shanghái, pero Wuhan, donde viven 11 millones de personas, es una de las metrópolis más conectadas de China.

El gobierno chino puso en cuarentena la ciudad de Wuhan debido a la epidemia COVID-19, pero afirma que el nuevo corona virus no procede necesariamente de allí, y no duda en inspirarse en teorías complotistas.

Tras haber registrado más de 80 mil contaminaciones y 3 mil muertes en su territorio desde diciembre, China registra un fuerte retroceso de la epidemia, que sí se ha extendido en cambio a más de un centenar de países, donde ha dejado miles de fallecimientos. O sea, nació allí y está desapareciendo allí mientras se extiende por el resto del mundo. ¿Raro verdad?

El régimen comunista, inicialmente acusado de tardar en reaccionar ante la epidemia, contra ataca ahora dando a entender -sin prueba científica- que el corona virus podría ser de origen extranjero.

“Es posible que haya sido el ejército estadounidense el que trajo la epidemia a Wuhan”, aseguró en Twitter un portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino. Pareciera una acusación de Nicolás Maduro o Diosdado Cabello. El famoso imperio.

“¡Estados Unidos debe ser transparente y publicar sus datos! Estados Unidos nos debe una explicación”, agregó.

El gobierno chino puso en cuarentena la ciudad de Wuhan debido a la epidemia, pero afirma que el nuevo corona virus no procede necesariamente de China, y no duda en inspirarse en teorías complotistas.

¿Es culpa del superpropagador?

Históricamente, existió una tendencia a demonizar al superpropagador.

Por ejemplo, la cocinera irlandesa Mary Mallon (1869-1938), sin saberlo, transmitió la fiebre tifoidea cuando no tenía síntomas visibles y terminó pasando décadas de aislamiento y cuarentena forzada.

Pasó a la historia rebautizada como Mary Tifoidea o Mary la tifosa.

Dicen que no es culpa del paciente, refiriéndose a China como propagadora del mal. No han hecho nada malo, esta es una infección que no es su culpa, defienden algunos. Pero están en el ojo del huracán.

¿Es Japón responsable de las bombas de Hiroshima y Nagasaki? 

Un diario oficial chino cree que sí.

Un altavoz oficial de Pekín insiste en que el gobierno nipón fue quien desató la Segunda Guerra Mundial.

Dicen que fue «la guerra de agresión que el gobierno militarista de Japón llevó a cabo contra sus vecinos, así como su negativa a aceptar su fracaso, lo que hizo que Estados Unidos lanzase las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki». 

El peligro es que el polvo del champiñón atómico oculta la violencia de otros conflictos, igual de tecnológicamente destructivos. Y lo hace de modo nada inocente.

Por eso es que si en China nació el corona virus, pues son culpables. Si camina como un pato, grasna como un pato, y vuela como un pato, pues es un pato, dicen los gringos.

El laboratorio chino es el centro de una teoría de la conspiración que prolifera a su alrededor. Fue objeto de atención, luego de que los científicos chinos dijeron que el virus podría tener una conexión con los murciélagos a través de un intermediario.

Como el laboratorio cuenta con investigadores que estudian los virus relacionados con los murciélagos, se convirtió en un blanco de sospechas en internet y fue asociado a otras teorías que defendían que el virus podría haber escapado del laboratorio o ser un arma biológica que salió mal.

Total, la mente de se ha abierto y es viral hasta escuchar que los chinos quieren disminuir la población mundial y por eso la fabricación por parte de la ingeniería humana, o de la naturaleza como un castigo para los humanos por sus «hábitos de vida incivilizados». 

Las teorías que sugieren que el nuevo virus fue construido por el hombre han sido rechazadas enfáticamente por los científicos de todo el mundo, incluidos 27 destacados científicos de salud pública fuera de China que emitieron un comunicado publicado por la revista médica The Lancet. 

Aunque los 2 países, China y Japón son notablemente diferentes, a pesar de que comparten raíces como vecinos, es desde allí donde partió por un lado la masacre de Hiroshima y de la otra ahora la del corona virus, que no es la misma la que le colocaron a Jesús, a propósito de la cercanía de Semana Santa.

Si no entendieron, discúlpenme. 

Orlando Peñaloza

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