En una serie de medidas drásticas, el presidente Donald Trump impuso el miércoles fuertes restricciones al traslado de pasajeros desde 26 naciones europeas hacia Estados Unidos, y anunció planes para amortizar el costo económico de la pandemia de coronavirus que está afectando a los mercados financieros y alterando la vida diaria de los estadounidenses.
En un inusual mensaje a la nación desde la Casa Blanca, Trump anunció que las restricciones de viaje por un mes comenzarían a la medianoche del viernes. Después de varios días de restarle importancia a la amenaza, el mandatario culpó a la Unión Europea por no actuar lo suficientemente rápido para combatir el nuevo coronavirus, y afirmó que los focos de infección estadounidenses fueron “sembrados” por viajantes europeos.
“Al actuar con rapidez en China salvamos vidas”, dijo Trump. “Ahora debemos hacer lo mismo con Europa”.
Trump indicó que las restricciones no aplicarán para el Reino Unido, y que habría excepciones para los “estadounidenses que han sido sometidos a los análisis apropiados”. Comentó que Estados Unidos monitorearía la situación para determinar si los viajes pueden reanudarse antes de lo previsto.
Trump habló después de días de confusión en Washington en medio de crecientes llamados al presidente para mostrar un mayor liderazgo. Por momentos, sin embargo, sus declaraciones contribuyeron a la incertidumbre.
Aunque el presidente dijo que se suspenderían todos los viajes a Europa, funcionarios de Seguridad Nacional aclararon posteriormente que las nuevas restricciones aplicarían únicamente para la mayoría de los extranjeros que habían estado en la “Zona Schengen” en algún momento de los 14 días previos a su llegada programada a Estados Unidos. El área incluye Francia, Italia, Alemania, Grecia, Austria, Bélgica y otros países, y la Casa Blanca indicó que la zona tiene el mayor número de casos confirmados de COVID-19 fuera de China continental.
Las restricciones no aplican a residentes permanentes legales, familiares inmediatos de ciudadanos estadounidenses ni a otras personas “identificadas en la proclama” firmada por Trump.
Y Trump se equivocó al decir que la prohibición “no sólo se aplicaría a la enorme cantidad de comercio y carga, sino a varias otras cosas”. El decreto oficial dado a conocer tras el discurso del presidente deja en claro que se aplica a personas y no a productos ni cargamentos.
El discurso en la Oficina Oval representó un repentino cambio en la postura para un presidente que ha intentado en repetidas ocasiones restarle importancia a la gravedad del brote viral. Muchos estadounidenses compartían la misma mentalidad en las últimas semanas, pero una serie de eventos el miércoles cambiaron todo: Comunidades de todo el país cancelaron eventos públicos, las universidades suspendieron las clases presenciales y las familias enfrentaron el impacto de las cancelaciones en escuelas públicas. El número de casos confirmados superó los 1.000 en Estados Unidos, y la Organización Mundial de la Salud declaró una pandemia.
Incluso mientras Trump pronunciaba su discurso, la pandemia continuaba alterando la vida cotidiana del pueblo estadounidense. La NBA suspendió su temporada, el galardonado actor Tom Hanks anunció que él y su esposa Rita Wilson fueron diagnosticados con COVID-19. Y se confirmó el primer caso en el Capitolio en un asistente legislativo.
Después de su discurso, la Casa Blanca canceló visitas programadas del presidente a Nevada y Colorado esta semana “como medida de precaución”. Su campaña de reelección también postergó un evento planeado para el 19 de marzo en Milwaukee donde aparecería el mandatario.
El Congreso, por su parte, presentó el miércoles un paquete de ayuda por miles de millones de dólares que podría ser votado este jueves en la cámara baja.
“Puedo decir que veremos más casos, y que la situación empeorará de su estado actual”, dijo el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, en un testimonio ante la Comisión para la Supervisión y Reforma del Gobierno de la Cámara de Representantes. Dijo que el virus es “10 veces más letal que la influenza estacionaria”.