‘Al gran Gabo o Prof. Mustio Collado o Mudarra el Bastardo… quien podría ser cualquiera y al mismo tiempo siempre el mismo’
“Una visión literaria propia y experimental de otro universo tomando en cuenta a Nietzsche quien pensaba que <el error puede remplazar muy bien a la verdad>”
Un día imaginé que no era yo (aunque eso hago todos los días desde que sospeché que casi siempre sentía como que si fuera otro). En un trance sin trance me trancé en otro, que aun no sé si era otro de mis yo-es o si era un yo haciéndose pasar por un él. Cosa que, dada las circunstancias, resultaría de menor importancia. Pues es necesario saber perderse de vista por mucho tiempo, decía Nietzsche, si uno quiere aprender algo de las realidades, que nosotros no somos nosotros mismos; así grandes mensajes permanecen en el dolor de la humanidad… Si la educación triunfa, cada virtud del individuo constituirá una utilidad colectiva y una desventaja personal: Un escepticismo con ‘experiencias’ como límite a su sentido de la verdad…
De pronto cual si la lógica del mundo fuera la ilógica de otro más raro, es decir de un mundo a la inversa donde quien sabe como diablos, me dio por ser una suerte de Boga (Gabo al revés) clonado, y como si mi yo fuera él, un él, fui yo.
Y sin más preámbulos, me dejé caer al otro ángulo del edén sin terrenal anotando en el canto de archivo ‘Notas sobre Tristes putas de mis memorias experimento de éstos u otros mundos’, esa fue la primera versión de lo que, así como así, y parafraseando textos propios de “Memorias de mis putas tristes” del Gabo, pude dejar por escrito lo siguiente:
“Lo que no es natural es ese asunto de mi edad y es porque el primer síntoma de la vejez llega cuando uno comienza a parecerse al padre; y por eso sé que no soy tan viejo o eso creo porque según Cicerón; “No hay anciano que olvide dónde escondió su tesoro”, y es obvio, que no tengo tesoro, que no escondo nada y que casi siempre me olvido de todo.
Tampoco tengo amigos y menos en New York, que es donde supuse van las almas en pena para no digerir la verdad de su vida pasada. Al fin que al pastorear el tiempo no resulté un don sabio. Pero sí alcancé escribir que ¡si hombre pues!… ‘El bolero es la vida’
Como acorde de arpa, una corriente cálida subió por mis venas, y lento, el animal no tan jubilado, despertó de su no tan largo sueño. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio. “Y empecé a contar, minuto a minuto los minutos que hacían falta para no morir y un tufo de mujer que me hacía llorar de rabia en la almohada, quiso ruborizarme”… ¡Ay! … Cuan desleal es el rubor…
Fueron los bochornos de julio y el poder de demolición en la penumbra que sonó al señor de empresa que tiró un saco de cartas desde un Junker e inventó el correo aéreo y no fue hasta que la realidad enseñó que el futuro no era como lo soñaba, y descubrieron la nostalgia. Tuve una noche tan difícil que amanecí embrutecido. Uno de los encantos de la juventud son las provocaciones que se permiten amigas viejas que nos creen en servicio…
Por primera vez en mi vida me sentí capaz de matar a alguien, cuando me notó el vicio de la pulcritud y aquellos niños de plaza gritaron como si no fueran mudos del alma y gigantes pequeños de la ladilla. Ésta última frase de mi musa particular y eso que tengo hijos o ¿cuervos? ¡Quién sabe!… Sin embargo, parece contra natura que un hombre se entienda mejor con su can que con su esposa; así que tigre no come lejos y los maullidos del gato angora, suenan a punto de ser palabras. Tendría razón Neruda al preguntarse: ¿Es el gato un mínimo tigre de salón?; Así como los hechos reales se olvidan también algunos que nunca fueron pueden estar en los recuerdos como si hubieran sido.
La edad no es la que uno tiene, sino la que uno siente. Por eso es sano y no de sólo uso de viejos, cambiar el color de ojos según el estado de ánimo: color agua al despertar, color de almíbar al reír, color de lumbre para contrariarse. Igualmente cambiar ropa para edad y condición; a los 20, novicia enamorada; a los 40, putas de salón; a los 60, reina de Babilonia y Santita a los 100 años. Todo pareciéndome menos real que mis recuerdos.
Entre los rasgos que recuerdo; he sido de tan buen corazón que le tenía lástima al diablo; soy puntual para que no sepan cuán poco me importa el tiempo ajeno y supe al fin que el amor no es un estado de alma sino un signo del Zodíaco; y a pesar de que me volví de lágrimas fácil, lo que más detesto en este mundo son las fiestas obligatorias en los que la gente llora porque está alegre. No obstante todo se lo debo a las vírgenes del purgatorio y a la legión de nocheras y muy especialmente a mi amadísima madre que chico me decía siempre…<<Figliomiopoveretto>>…
Si creen que estoy loco…; No se equivoquen: “los loquitos mansos se adelantan al porvenir”. La fama es una señora muy gorda que no duerme con uno pero siempre está al frente cuando uno se levanta. El sexo es el consuelo que uno tiene cuando no le alcanza el amor, pero amo “El principito” del escritor francés… de Saint-Exupéry, que como todo el resto del mundo, lo admiran mucho más, que los propios franceses.
No sólo aprendí amor, también supe que la música es una forma sutil en gramática de sonido, que el Tratado de Neerlandia puso fin a la guerra de los mil días y que el 29 de agosto es día del Martirio de S.J.Bautista; de todo aquello gané además de los planetas de mi nuevo sistema solar; Las 6 suites de J.S. Bach, los 24 preludios de Chopin por Stephan Askenase, el concierto de Jacques Thibault y A.Corot y Cesar Frank (sonata para violín y piano) en Bellas Artes con el maestro Pedro Biava y la sonata confundida de Schumann; Pedro Vargas tenor de América con bolero de Miguel Matamoros; los boleros de Agustín Lara y los tangos de Gardel (el morocho del abasto) o con esos dúos cantados de amor de Puccini o el programa de musical para refugiarse en la rapsodia para clarinete y orquesta de Wagner, en la de saxofón de Debussy o en el quinteto para cuerdas de Bruckner…
Por supuesto que la lista en literatura es larga, pero sin prescindir de los valiosos: la obra de F.Delicado “La lozana andaluza”; “Los episodios nacionales” de Benito Pérez Galdós; de Thomas Mann “La montaña mágica”; el Libro de cuentos ‘Todos estábamos a la espera de Álvaro Cepeda”, y los 6 Tomos de “Juan Cristóbal” de RomainRolland; los Cuentos de Charles Perrault; y Los “Cantos” de Giacomo Leopardi ¡Ay de mí, si es amor, cuánto atormenta?, además de “La historia sagrada y Las mil y una noches”… y otros…
Entre tomos cómplices; Primer Diccionario Ilustrado de la Real Academia (1903) Tesoro de la Lengua Castellana o Española don Sebastián de Covarrubias; La Gramática de don Andrés Bello; el Diccionario ideológico de don Julio Casares; Vocabulario Della Lengua Italiana de IncolaZingarelli y el Diccionario de Latín; Nunca terminaría sin esa tragicomedia griega al resplandor andrógino del Apolo de Praxíteles o por El río revuelto de Heráclito donde una misma persona no puede bañarse dos veces en el mismo río; En fin un decentísimo pastel músico literario para el full Nóbel de literatura (1982) (y primer distinguido) de nuestra no tan valorada América Latina…
Siempre había necesitado el silencio para escribir porque mi mente atendía más a la música que a la escritura. No habría cambiado por nada del mundo las delicias de mi pesadumbre. Por cegadora lucidez de la rabia el mundo no sería perfecto. Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es, y así es que uno está solo, y no hay peor desgracia que morirse solo. Fue aquella pinga de burro, con la que premió el diablo a la cobardía y la mezquindad que no pretendo morir sin probar la maravilla de tirar con amor así sea que nos griten “Mustio Collado, Mudarra el Bastardo, o MarConan el Bárbaro”…
Hasta aquí llegué con el relato de ese señor que no soy yo, pero que en mi nombre y suyo, dijo de todo y de los que todos poseemos aunque sin valor de decirlo en voz alta y mucho menos escribirlo. Ahí está la respuesta a la pregunta y de la pregunta la réplica… Mientras más fundido en otros, menos me van pesando las putas tristes de mis memorias.
Marcantonio Faillace