«Si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso y ser condenada, debe tener también el de subir a la tribuna y ser enaltecida»
(Olimpia de Gauges)
Pocas Mujeres tienen la suerte de disfrutar de un día diferente, las flores no llegan a sus manos, no reciben una atención, un halago, ni siquiera un abrazo ni darse el lujo de descansar. Para la mayoría el 8 de Marzo «Día de sus derechos» su fiesta se convierte en el multiplicado y rutinario concierto de la cocina, la plancha, corra a hacer el mercado, barra, hágale y ¡hágale!.
Desde la Creación la mujer ha sido considerada menos que el hombre.
Perdonando la liviandades de la Pecadora penitente «fue Jesús quien dio el primer paso para que fuera respetada su condición. Han pasado milenios y ella que lo es todo, alegría, compañera, trabajadora incansable, apoyo, que atiende al hombre, hijos y familia, sigue siendo el pasto en muchos países, trapo en el que los machos se limpian las manos, las humillan, las abusan, exprimen y ofenden al antojo de quienes debían adorarlas.
Después de siglos de soportar injusticias de la sociedad y de su propia familia fue la francesa Olimpia de Gauges, quien queriendo cambiar la condición de la mujer, después de leer los «Derechos del hombre y del ciudadano, aprobados por la Asamblea Nacional de Francia en 1789, se atrevió a escribir copiando de la anterior declaración la los «Derechos de la mujer y de la ciudadana» defendiendo la igualdad en todos los aspectos de la vida pública y privada.
Aparte de esto luchó por la libertad de los negros, renunció al nombre del marido y al apellido de su padre, tomando el de su madre, dejó su rol de sumisa y sacrificada para irrumpir en el espacio político como mujer independiente, autónoma, libre pensadora y autosuficiente, asumió el derecho de su libertad hasta el final.
Su atrevimiento de defender la libertad y derechos de la mujer, hizo que la condenaran a la guillotina.
En los actos del bicentenario de la Revolución francesa, fue recordada su obra, le rindieron homenaje y se otorgó a la mujer el derecho a expresarse libremente. Después de la Segunda Guerra mundial esta mujer se convirtió en una de las grandes figuras humanísticas del siglo XVIII.
A pesar de los cambios, beneficios, reconocimientos y respeto, la situación de la mujer no ha cambiado mucho, sigue siendo vista y utilizada como un servicio doméstico sin derechos, consideración ni respeto. El hombre no acepta que ella puede ser igual o mejor que él en todos los campos.
A pesar de sus supuestos derechos y avances algunas religiones, países, sociedad y entorno familiar le siguen negando el derecho a decidir y tomar sus propias decisiones. En inmensidad de historias de mujeres casarse no es una bendición sino la condena a una vida triste y esclavizante al lado de un verdugo que jamás la valorará y la obligará a vivir a su lado en contra de su voluntad, pisoteando su derecho a ser feliz y libre.
Hay países y hay hogares en los que para ellas no hay un gesto de cariño, una atención ni aprecio. Hombres que no tienen un instante de lucidez de lo que representa tener al lado quien lo atienda sin cobrar, quien lo quiera, lo soporte lo ayude y lo mantenga hasta el final.
¿Mujeres grandes?
Aquí apenas alcanza el espacio para nombrar una parte de las mejores: Aminta Pérez de Niño (mi madre) Teresa de Calcuta, Irena Sendler, Valentina Tereskova, Indira Gandhi, Luisa Cáceres de Arismendi, Manuela Beltrán, Marie Curie, Isabel Allende, Rita Levi Montalcini, Margaret Tatcher, María Corina Machado, etc.
Aunque ellas no han tenido destacado lugar en la historia que leemos, han estado en primera línea en los combates por su libertad y su honor, por su patria, por sus hijos y por sus sueños.
La mujer ha demostrado que puede ser un coloso en la defensa de sus hijos y su futuro, aunque no haya tenido educación, ha demostrado que es fuerte guerrera, capaz de enfrentar su soledad y sus miedos. La mujer ha demostrado que puede ser una excelente artista, creadora de obras magistrales, de empresas, de suscribir tratados, conducir guerras, defender sus derechos, derribar paredones y enfrentar las tiranías, capaces de amar y guarecer las cunas, han demostrado que para educar, alimentar a sus hijos, mantener vivos sus sueños sus hijos no necesitan tener un hombre a su lado.
Sobre su pecho cuelgan las satisfacciones y medallas ganadas que abrillantan cada vez mas el camino de su vida. El sol de la verdad va disipando las nubes de la estupidez y usurpación de sus derechos.
¡Feliz día mujeres divinas del mundo!
¡Feliz día Venezuela!
Tu armadura es fuerte como tu deseo de libertad y la voluntad de tu pueblo. Hoy brilla más que nunca tu sol, en el crepúsculo mezcla la esperanza los colores de tu bandera. Se me eriza la piel al recordar Venezuela a los héroes que te hicieron libre. En esta tierra generosa aprendió mi corazón a resistir y negarse a perder el camino de los sueños.
¡Feliz día mujeres divinas!
Amanda Niño de Victoria