Javier Pérez de Cuéllar, secretario general de Naciones Unidas en dos periodos que consiguió un histórico cese al fuego entre Irán e Irak en 1988 y más tarde ayudó a restablecer la democracia en su natal Perú, murió el miércoles. Tenía 100 años.
El Ministerio de Relaciones Exteriores confirmó el deceso en un comunicado.
Su hijo, Francisco Pérez de Cuellar, declaró a la radio RPP que su padre murió en su domicilio de causas naturales. El actual secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó al diplomático peruano de “inspiración personal”.
“Mi papá falleció después de una semana complicada; ha fallecido a las 8:09 de la noche y descansa en paz”, afirmó.
Por su parte, el presidente Martín Vizcarra señaló en Twitter que Pérez de Cuellar fue un “insigne peruano, demócrata a carta cabal, quien dedicó su vida entera al trabajo por engrandecer a nuestro país”.
Pérez de Cuéllar nació en Lima el 19 de enero de 1920. Se graduó como abogado en la Pontificia Universidad Católica de Perú en 1943 y un año después se integró al servicio diplomático peruano. Fue el primer embajador del país sudamericano en la entonces Unión Soviética y, además de Francia, también desempeñó el cargo en Suiza, Polonia y Venezuela.
Recibió doctorados honoris causa en una veintena de universidades de todo el mundo, y fue condecorado en unos 25 países. En octubre de 1987 le dieron el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
En sus últimos años se entregó exclusivamente a escribir, su segunda pasión luego de la diplomacia. Publicó sus memorias, donde dijo ser profundamente observador, así como su primera novela “Los Andagoya”, sobre una familia limeña. Su segunda esposa, Marcela Temple, con quien estuvo casado cuatro décadas, falleció en Bruselas en 2013.