Él odio no se acaba con el odio, el odio lo erradica el amor, pero parece que ese renglón se ausentó para siempre de nuestro patria, porque da la impresión de que fomentar el odio ha sido su fuerte para lograr su permanencia y sus propósitos e ideales, todo lo contrario a lo que podía ser positivo, bueno para todos y como prueba de esto, lo vemos hasta en la sopa, la cara de pocos amigos, que demuestra hoy aquel venezolano jocoso, amable, que con un saludo cariñoso, acompañado de una franca sonrisa que expresaba con una espontaneidad muy original, que solo el Venezolano nace con esa virtud, como si fuese su tarjeta de presentación, idiosincrasia, tradición, juego limpio y sin carta baja la manga, espontaneo, buen anfitrión, esto tristemente ha desaparecido por razones conocidas por todos y costumbre inoculadas por quienes son practicantes del odio, la rencilla, busca pleitos, buscadores de enemigos poderosos, preferiblemente imaginarios, disponiendo de lo que no es de ellos de cuantiosos recursos, que ha causados la peor de la miserias a la ciudadanía en general, sin que nadie se escape, olvidándose que el amor es la fuerza más grande del mundo, también la más económica y fácil de aplicar .
La Madre Teresa de Calcuta, nos dejó este mensaje, que en este momento viene como anillo al dedo “Usted puede hacer lo que yo no puedo hacer y yo, puedo hacer lo que usted no hace” junto podemos hacer grandes cosas, sin dudar que llego el momento de poner esto en práctica y como punto de honor sin equivocarme, por ahí soplan los vientos con una formalidad y criterio inquebrantable, que pronto habrán soluciones favorables para todos, hasta para los que practican el odio y los agoreros que ponen feo y horrible hasta lo más bello que sea, empezando por nuestra Patria, hoy conducida al más negro de los destino, como que si sus dolientes desaparecieron, claro que estamos conscientes, que se han ido una muy buena parte, pero también sabemos que sus corazones están aquí y desde allá hasta con el poder de la mente, están empujando para volvernos a reencontrarnos con nuestra idiosincrasia, con el deseo de volver hacer un país que sume y no reste, que en vez de ahuyentar, invite, ese es la tarea de todos, que si se intensifica el conflicto, se estimule la resistencia.
Nadie en el mundo entiende el por qué, enredaron a un país tan rico, hasta convertirlo en uno de los países con el índice de pobreza más alto del mundo y como se dilapido esos incuantificables millardos de millardos de dólares, que si se compara con la población equitativamente, éramos el país más rico del mundo, en pleno progreso y desarrollo, solvente, con buenas y poderosas reservas, todo el conglomerado de empresas básicas de Guayana y el resto del país funcionando a toda máquina, con la misma fuerza del sector privado, permitiendo el avance económico que todos necesitamos, cumpliendo a cabalidad con sus imposiciones, contento de ver un país desarrollándose a toda máquina, una producción agropecuaria de primera donde el productor agropecuario era admirado y respetado, aunque todos sabemos dónde están los culpables, debíamos preguntarles como hicieron para lograr tan triste destrucción, porque para eso también se necesita tener voluntad, no pura insensibilidad,»O SI».
Bueno, como es sabido, ningún país se acaba y siempre el bien le gana al mal, a parte, de que el viento está a favor, bajo todas las circunstancias, por el bien de todos y hasta con inclusión, pronto, según las estadísticas y estudios profundo, muy pronto nos encontraremos con nuestra Patria, con sus costumbres y sus verdaderos hijos, dispuestos de aportar hasta el sacrificio, por el bienestar de todos y la recuperación de su señorío, del prestigio, del crédito, de la admiración, ocupándonos de trabajar, de generar riquezas para todos, por medio del trabajo honesto, firme a los principios, no perseguir sueños, ni arar en el mar, ni sembrar en el aire.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Durán