Quienes vivieron aquel 27 de febrero de 1989 recuerdan que a pesar de todos los problemas por los que pudiera atravesar la economía (deuda externa, devaluación del bolívar, crisis cambiaria, corrupción, fuga de capitales, abuso de poder y la caída del precio del petróleo), fenómenos como la pérdida del poder adquisitivo, el desabastecimiento, la emigración y la hiperinflación no eran factores determinantes que agobiaran la cotidianidad del grueso de la población.
Sin embargo, un abrupto aumento en el precio de la gasolina por parte del gobierno de Carlos Andrés Pérez y el consecuente incremento en el precio de los pasajes de las rutas urbanas e interurbanas de Caracas, desató una reacción de rechazo en cadena que a las pocas horas se convirtió en un estallido social que terminó saliéndose de control.
A tempranas horas del lunes 27 de febrero de 1989 quienes viajaban de Guarenas y Guatire a la capital comenzaron a protestar por el alza de los pasajes, las acciones se tornaron violentas, fueron incendiados algunos vehículos colectivos e inmediatamente comenzaron los saqueos en varios negocios y comercios.
Los canales de televisión nacionales cubrieron los sucesos, se transmitió en vivo y en el transcurso de la mañana los actos violentos ya se habían generalizado el centro de Caracas. Pasado el medio día la capital estaba envuelta en disturbios en los cuatro puntos cardinales.
No había internet y mucho menos teléfonos celulares, pero la televisión y las emisoras de radio transmitían las noticias y en algunas de las principales ciudades del país también comenzaron a presentarse focos de desestabilización.
El epicentro de la violencia desatada era la capital. En horas de la tarde habían muertos por doquier en Caracas, el Ejército salió a la calle a hacer frente a los manifestantes y muchos fueron ultimados por los efectivos militares.
Era inevitable, el ministro de relaciones interiores Alejandro Izaguirre intenta anunciar al finalizar la tarde un toque de queda y suspensión de las garantías constitucionales, pero la voz se le quiebra durante la transmisión y en vivo dice: «no puedo» y sale de pantalla.
Y pesar de la suspensión de las garantías, el 28 de febrero los actos violentos continuaban en la capital de la aún República de Venezuela. ¿Cuántos muertos? Las cifras de 300 fallecidos dadas por el Gobierno de Pérez parecían muy distantes de la realidad.
Hoy, a los 31 años de aquel terrible «Caracazo» pareciera a las nuevas generaciones difícil de entender cómo pudo prenderse aquella chispa por el aumento de los pasajes, cuando en la actualidad los precios suben a cada rato y en muchos casos el sueldo no alcanza para costear el importe del gasto diario en transporte público.