«He aprendido que vale la pena rodearse de personas que son mejor que uno; porque flotarás un poco más y ascenderás. Mientras que rodeándote de personas que se comportan peor, no tardarás en resbalar. Simplemente funciona de esa manera”
Warren Buffett
Hace unos años, cuando todo parecía colapsar, el sabio de Omaha apostó sobre la General Electric, gigante de la energía y de la industria manufacturera, comprando sus acciones por tres mil millones de dólares en un momento muy delicado para la empresa. Y después invirtió cinco mil millones en Goldman Sachs, dintel de un sistema financiero que en ese momento parecía que estaba a punto de disolverse.
Un año después la apuesta con Goldman la súper venció, ya que la recuperación de esos títulos en Wall Street le garantizaba una plusvalía teórica de casi tres mil millones de dólares. En cuanto a la GE, en el momento de su compra había caído otro 40%, pero el grupo en ese momento esperaba recuperarse porque está bien posicionado en los sectores de tecnología de ahorro energético, eólico, solar, carbón limpio y nuclear.
Por otro lado, en la época de su incursión en el sistema ferroviario, multiplicó la apuesta invirtiendo masivamente incluso en binarios y locomotoras diésel, aparentemente material de dinosaurios del capitalismo, una tecnología del siglo 19.
Inmediatamente a esta jugada, se inició la carrera de los analistas para adivinar el pensamiento sofisticado que estaba detrás de esa elección. El apuntaba sobre el carbón, una energía a bajo costo y que se producía en USA, que venía transportado con los trenes. Entendió que sobre los rieles se consume menos energía y quería crear una red de trenes de pasajeros a bajo costo (low cost) una RyanAir de los ferrocarriles.
Probablemente Buffett estaba convencido que, con el sector privado empobrecido de la crisis, la recuperación americana pasaría necesariamente por el desarrollo de un economía de redes ferrocarrileras.
Definitivamente, Berkshire es un grupo que puede ser gestionado con éxito sin los movimientos geniales de un financista que entró en el mundo de los negocios a los 6 años ( vendía latas de Coca Cola a sus compañeros de escuela ) y que a los siete años ya leía tratados sobre el mercado de acciones.
Italo Olivo
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