Las promesas por parte del Gobierno de un regreso a clases con útiles escolares garantizados se quedó en las palabras, debido a que las instituciones públicas se han visto obligadas a pedirle a los padres hasta lo más mínimo para no terminar de hundirse
En el pasado se solía decir que las escuelas públicas podían impartir una educación igual de buena o inclusive de mejor calidad que cualquier institución privada, al punto que algunos padres preferían que sus hijos estudiaran en los colegios públicos con mayor renombre. Pero la realidad ahora es totalmente diferente, pues el sistema de educación pública luce cada día más deteriorado.
En 2002, uno de los proyectos del difunto Hugo Chávez fue la creación los Centros de Educación Inicial (CEI) Simoncitos. El propósito de este plan era escolarizar a la mayor cantidad de niños y niñas, brindando mejores condiciones educativas que le permitieran continuar con su educación en igualdad de condiciones; además de una serie de beneficios entre los que estaban el Programa de Alimentación Escolar (PAE), que aseguraba al estudiante las comidas correspondientes durante las horas que permaneciera dentro del plantel.
Tampoco debían llevar útiles escolares ni comprar uniformes porque el Estado les garantizaba a los estudiantes todo lo necesario. En pocas palabras, el niño o niña solo debía ir a la escuela y dedicarse a estudiar, y los padres no tendrían ninguna preocupación más que la de hacer que su hijo fuera a educarse. Nada de ello ha sobrevivido al paso del tiempo.
Para la galería
Una de las denuncias más recientes gira en torno a que en los Simoncit0s piden a los representantes hasta lo más mínimo por el poco apoyo que reciben del Estado, lo que desmiente la promesa del ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, quien aseguró que el gobierno de Nicolás Maduro garantizaría la distribución en todas las instituciones educativas de útiles escolares para el regreso a clases de 10 millones de estudiantes en todo el país para el período 2019-2020.
Una representante en el CEI Virginia Benítez de Figueredo, situado en la Vega, cuenta que en este nuevo año escolar se eligió un comité que se encargaría de todo lo relacionado con la escuela, completamente independiente de la directiva del plantel.
Al inscribir a su hija solo le solicitaron un cuaderno, pero “al iniciar el año escolar, como no pueden pedir lista dijeron que se le pediría a cada niño que llevara algo. Por ejemplo: 15 niños una caja de creyones, cuatro niños las tijeras, y así”, indicó la representante. Además de lo anterior, cada niño debía llevar cinco hojas, que se picarían por la mitad “para hacerlas rendir”, cinco por cada lapso escolar.
“Yo le voy a comprar todo a mi hija, porque ella no se va a quedar viendo el techo. ¿Cómo es posible que van a pedir que solo cuatro niños lleven tijeras, y el resto qué hace si son 30 niños en un salón?”, señaló.
Los padres también deben colaborar con la compra de los botellones de agua, que son dos por aula y duran 15 días; y las bombonas de gas que duran el mismo lapso de tiempo.
Pero la lista no culmina allí. Para la comida piden que los padres lleven aliños “en la última reunión pidieron azúcar, frutas para los jugos, todo, porque el Gobierno ya no les da nada, ni para el transporte. Eso también hay que pagarlo”, manifestó.
“Otro punto de la reunión fue que los representantes debían pagar Bs. 10.000 mensualmente al comité, porque estos buscaban la comida». En el CEI Virginia Benítez de Figueredo los padres deben cancelar Bs. 5.000 por las boletas, y las insignias tienen un valor de Bs. 20.000.
En cuanto al Programa de Alimentación Escolar (PAE), describió que en la escuela se coloca en la cartelera el menú de los niños, ¿El problema? La poca variedad. “Arepa con mantequilla o atol. Hay veces que no hay almuerzo y los niños salen más temprano”.
La fuente señala que en cuanto a la comida de los niños les piden casi todo. «Antes solo teníamos que llevar los aliños, pero desde que comenzó el año nos están pidiendo relleno para el desayuno, leche, harina. Si van hacer sopa hay que llevar verduras. Hoy les iban a dar pasta con atún y pidieron que lleváramos el atún o queso».
Trabajando del aire
Otro de los graves problemas que enfrentan en los preescolares públicos es la desmotivación. Una maestra de un colegio público ubicado en la Candelaria manifestó que en la institución, los maestros junto con la directiva manejan una lista de útiles escolares en un intento por incentivar a los alumnos a acudir a clases.
Pero no todos tienen esa posibilidad. «Muchas veces los padres prefieren buscar la manera de comprar comida, antes que hacer un gasto en papel o creyones”.
La mayoría de representantes no tienen la forma de comprar la lista, “muchos solo mandan el cuaderno del año pasado, un lápiz y más nada. A veces parece ser apatía, pero la verdad es que los padres no pueden dar ni los materiales, ni lo que se les pide para la comida por la situación económica”, agregó, en referencia de los aliños que también se piden para sazonar las comidas.
En el caso de esta escuela, el suministro de insumos para alimentos es constante pero insuficiente. “Siempre mandan las cosas, inclusive la proteína, pero la cantidad no es suficiente para 122 niños”, explicó. Y cuando la comida se acaba, los niños salen más temprano.
“Los docentes trabajamos del aire. Antes hasta el material de limpieza lo daba el Ministerio de Educación, ahora todo debe ser por cuenta de los representantes ”, agrega la educadora.
Paredes peladas
Según la descripción de lo que ofrecen estos centros de educación está el tener un entorno adecuado que estimule el aprendizaje de los pequeños; pero por el poco apoyo que reciben cumplir con este requisito resulta imposible.
Un docente del CEI Simoncito Kapadare, también ubicado en el centro de Caracas, asegura que en el colegio ni siquiera hay decoración, ni material educativo o interactivo en las paredes, tampoco iluminación. “La decoración es totalmente paupérrima, los mismos maestros deben llevar los bombillos y arreglar las fallas. Muchas veces se tiene colaboración de la comunidad”.
Afirmó que muchos maestros han renunciado. “Se unen dos secciones para que una maestra se ocupe de ambas para tratar de cubrir la carencia”, lo que quiere decir que podrían ser entre 30 y 40 niños por aula.
Igual que en el primer caso, los padres deben llevar los materiales con que trabajarán sus hijos, “Uno lleva tijera, otro la pega y así, lo que es un caos porque imagínate, son 30 niños en un salón”.
Aquí también se da un panorama similar con el Programa de Alimentación Escolar, que no es entregado con frecuencia y solo cubre parte de la demanda. Lo demás deben llevarlo los padres. La ración proporcionada por el PAE dura cuatro días. El resto del mes la solución es que el horario varía, los niños salen a las 11:30 a.m. porque no les pueden dar de comer .
En cuanto a los baños, la denuncia es recurrente: Muchas veces los padres tienen que llevar hasta el agua para bajar las pocetas, pero igual no se limpia correctamente; situación que asegura se repite exactamente igual en otras instituciones públicas de educación donde también labora.
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