El presidente y el primer ministro de Portugal sumaron sus voces el lunes al repudio nacional por los insultos racistas proferidos a un jugador del club Porto que abandonó el juego tras escuchar sonidos de monos.
El primer ministro Antonio Costa catalogó el incidente como “inaceptable” y exhortó a la policía y las autoridades del fútbol a imponer un castigo ejemplar a los responsables.
Costa también escribió en su cuenta de Twitter que “todos y cada uno de los actos de racismo son un crimen y son intolerables”.
“Ningún ser humano debería vivir esta humillación”, tuiteó Costa, cuyo padre era oriundo de Mozambique. “No podemos quedarnos mirando”.
El presidente Marcelo Rebelo de Sousa condenó “con vehemencia cualquier manifestación de racismo”.
“La Constitución de Portugal claramente condena el racismo, al igual que cualquier otra forma de xenofobia y discriminación”, sostuvo.
El delantero maliense Moussa Marega lució enfadado el domingo por los ruidos de monos que le dirigían algunos aficionados tras marcar el segundo gol del Porto en la victoria de 2-1 sobre el Guimarães en un partido de la liga portuguesa. Varios jugadores del Porto y del equipo rival intentaron disuadirle de abandonar la cancha a los 71 minutos, cuando exigió ser sustituido.
En su cuenta de Instagram, Marega dijo que “idiotas” habían ido al estadio a gritar insultos racistas.
También criticó al árbitro, que amonestó a Marega, al parecer por negarse a seguir jugando. El delantero de 28 años agregó que el árbitro debió haberle defendido de los insultos.
La dramática escena de Marega tratando de separarse de sus compañeros y abandonar la cancha no tiene precedentes en Portugal. El país no ha sido escenario del crecimiento de partidos políticos o movimientos de extrema derecha emergentes en otras naciones de Europa en los últimos años. Programas en vivo de radio y televisión abordaron el incidente el lunes.
Fue el más reciente caso de racismo que empaña el fútbol europeo, pese a la condena generalizada y los esfuerzos por frenarlo de parte de funcionarios involucrados en el partido y en mantener el orden público.
El técnico del Porto, Sergio Conceicao, indicó que él y su equipo se sintieron “indignados” por el racismo, y detalló que los sonidos de monos se empezaron a escuchar desde los calentamientos previos del partido.
“Somos familia, sin importar nuestra nacionalidad, color de piel, peso o color de cabello”, añadió. “Lo que sucedió aquí fue lamentable”.
En un comunicado, el Porto manifestó su respaldo a Marega y se dijo “obligado a tomar medidas drásticas” después de los repetidos insultos racistas durante el encuentro. El club consideró los insultos “un punto bajo en la historia reciente del fútbol portugués que debe ser sancionado apropiadamente”.
La liga de Portugal, por su parte, señaló que la conducta de algunos aficionados presentes en el estadio “avergüenzan al fútbol y la dignidad humana”, y en un comunicado aseveró que Marega “no pudo soportar más los insultos lanzados hacia él y optó por abandonar el partido”.
En el documento, la liga afirmó que hará todo lo posible por imponer castigos y extirpar el racismo.
La policía portuguesa informó a través de un comunicado que de momento no ha podido identificar a quienes lanzaron los insultos a Marega dentro del estadio debido a la cantidad de aficionados. Sin embargo, las autoridades continúan investigando el incidente el lunes y, de acuerdo con reportes, analizan las imágenes de las cámaras de seguridad del estadio.
Los insultos y amenazas racistas conllevan una sentencia de hasta cinco años de prisión en Portugal.