Actualmente más de un millón de niños y jóvenes venezolanos integran el Sistema de Orquestas Juveniles Simón Bolívar. Allí tenemos un maravilloso bastión de futuro y superación espiritual. Nos toca a todas las personas que amamos Venezuela y la queremos grande en Democracia y Progreso, luchar para que esta obra hermosa se mantenga y consolide, ahora, en estos tiempos oscuros y con más fuerza cuando el sol de la libertad nos ilumine. Como homenaje a todos estos niños y jóvenes que son la mejor esperanza del país, repito este articulo que habla de los inicios de este milagro venezolano.
Corrían los primeros años de la década de los setenta en el siglo 20 y en el pueblo La Serena, cerca de Santiago, capital Chilena, un músico de nombre Jorge Peña desarrolla el proyecto de formar una orquesta sinfónica solamente con niños. Logra éxitos en su país y viaja con la orquesta a Cuba donde también recibe elogios y aplausos. Al instalarse la dictadura de Pinochet Jorge Peña es fusilado porque los esbirros consideraron que por esta gira musical a Cuba se había convertido en un espía comunista. De esta forma fusilan a Jorge Peña y también acaban con la orquesta sinfónica infantil.
El músico chileno Sergio Miranda, corresponsable de este proyecto sinfónico, logra escapar a Venezuela y hace contacto en Barquisimeto con su connacional, el pintor Jorge Arteaga, quien le dice que el único capaz de apoyarlo en adelantar el proyecto sinfónico infantil en Venezuela era Juan Martínez Herrera, quien estaba desplegando actividades musicales inéditas en Carora.
Sergio Miranda hace contacto con Juan Martínez Herrera y este emocionado le da todo su apoyo al proyecto sin tener un céntimo de respaldo económico para aplicarlo. Pero como la voluntad atada a los sueños es el capital más poderoso que pueda tener el ser humano, entre ambos inician la romántica cruzada de fundar en Carora una Orquesta Sinfónica Infantil sin contar para ello ni con instrumentos, ni profesores, ni sala de ensayos y mucho menos auditorio para conciertos. Pero tenían a Carora y a los caroreños y eso fue suficiente.
En apoyo a Juan Martínez Herrera los ganaderos hicieron un aporte monetario para traer de Chile a los profesores Hernán Jerez y Pedro Vargas. Los primeros instrumentos los construyeron ellos mismos con madera de escaparates viejos y otros insumos regalados por la sociedad caroreña. En este punto, ya con cierta organización y equipamiento solicitan respaldo a la Gobernación de Lara, con la suerte que como Directora Regional de Cultura estaba la concertista de piano, María de Lourdes Ríos de Chiossone, mejor conocida como Yuyita de Chiossone, quien de inmediato le brinda apoyo a este proyecto y dona la mayoría de instrumentos mientras que el empresario de la construcción José Barrera aporta la dotación que faltaba.
A todas estas un grupo de estudiantes universitarios caroreños residenciados en Caracas conforman una Asociación Cultural que tenía como tarea principal darle apoyo a las iniciativas de Juan Martínez Herrera. Nació ASOCACU (Asociación Carora Cultural), presidida por Jorge Euclides Ramírez y su primera actividad fue presentar en el Teatro Nacional a la Orquesta Sinfónica Infantil de Carora. Para mayor brillo de este acto se contó con la participación gratuita de Jesús Sevillano al igual que de la participación del maestro Felipe Izcaray como director.
El concierto fue todo un éxito y el eco de este maravilloso evento recorrió con regocijo todos los ambientes del mundo musical caraqueño. Una de las más poderosas mensajeras de esta jornada fue Flor de Estévez, quien logro emocionar a su esposo Antonio y a José Antonio Abreu, quien para ese entonces iniciaba un proyecto sinfónico juvenil con la participación de doce violinistas con Frank Dipolo como ejecutante líder.
Tanto Antonio Estévez como Abreu estaban fuera del país al momento de la presentación en el Teatro Nacional pero nada más regresar a Venezuela y puestos en antecedentes del maravilloso espectáculo viajan a Carora. El maestro José Antonio Abreu amplia su proyecto original y con la asesoría de Hernán Jerez y Pedro Vargas inicia el viaje hacia la maravillosa realidad que es hoy día la Orquesta Sinfónica Juvenil.
Dios con Nosotros.
Jorge Euclides Ramírez