Está definida como: “Condición que reconoce a una persona una serie de derechos político y sociales que le permiten intervenir en la política de un país determinado. Es un conjunto formado por los ciudadanos de una nación.” Fuente: Diccionario de Internet.
Físico alemán de los siglos XIX y XX que nació el 14 de marzo de 1,879 y murió el 18 de abril de 1.955), conocido principalmente por el desarrollo de la teoría de la relatividad (especial y general) y la explicación teórica del movimiento browniano y el efecto fotoeléctrico y, que es reconocido como uno de los más grandes sabios de la humanidad, Albert Einstein, expresó:
“Mi ideal político es el democrático. Y todo el mundo debe ser respetado como persona y nadie debe ser divininizado.”
Entonces pregunto:
¿Estamos ejerciendo plenamente la serie de derechos políticos y sociales que nos permiten intervenir cabalmente en la política de nuestro país siendo reconocida la condición necesaria para ejercerlos?
¿Hasta cuándo la ignorancia, el miedo, la frustración, o la vendimia barata de los principios y valores que otrora nos caracterizaban imperará por sobre la actitud de aquellas personas que aún les queda conocimientos, profesionalismo, valor, dignidad y decisión?
Para muchos, sobre todo para aquellos que han ofrendado su vida, su sangre, arriesgado sus familias y posesiones; sin olvidar a quienes han emprendido nuevos derroteros huyendo de la insalubridad, de la falta de empleo digno y del transporte público, de la tinieblas diabólicas amparo de la delincuencia; del desabastecimiento de medicinas, de alimentos, de gas domestico, de agua potable, de los continuos cortes de energía eléctrica con el cual se destruye al aparato productivo y la calidad de vida; en la búsqueda de libertad, seguridad personal y un futuro mejor y decidieron formar parte de la diáspora inmisericorde que destruye a las familias, para ellos… “La patria no aguantó más.”
Supuestamente el denominado mundo libre se ha dado cuenta de lo que ocurre y está dispuesto a apoyarnos en la consecución de la libertad y en la recuperación de lo que una vez fue conocida como: “Tierra de Gracia.”
A veces me siento como en un pequeño bote en medio de una cruel tormenta, donde trato de remar para llegar a la costa y cada vez que creo estar lográndolo viene la resaca y me lleva a las profundidades desconocidas.
Tal vez sea mi ignorancia sobre la política lo que me lleva a tener pensamientos realistas, más que negativos. Nunca he sido político aunque se me tilde de serlo, lo cual, en mi terquedad no acepto. Admiro al verdadero político, es una de las más dignas profesiones, y la comparo con la humildad de acción, con el altruismo y el desprendimiento.
Dicen que los tiempos de Dios son perfectos y me atrevería aseverar que nos ha dado muchas oportunidades para corregir el rumbo del destino errado que se ha pretendido dar al país.
Sin ser abogado, presumo que existen pruebas suficientes y fehacientes sobre las atrocidades que se han cometido en contra de ciudadanos indefensos que han perdido sus posesiones, el esfuerzo de su trabajo y en algunos casos de sus familias, en otros casos han perdido hasta la vida o se le ha ocasionado daños físicos irreparables, condenándolos a invalidez perpetua.
Hasta lograrlo, no me cansaré de hacer el llamado a los juristas más destacados para que actúen perentoriamente en el rescate del Estado de Derecho a través del Estamento Legal nacional y/o internacional…
¡Es el camino de la Paz!
Maximiliano Pérez