Desde el fallido golpe de estado de 2002 que depuso a Hugo Chávez por tres días, el régimen buscó la manera de reforzar su fuerza de defensa y represión.
En 2007 intentó incluir un brazo armado bajo la figura de milicia en una reforma constitucional vía referéndum, pero Chavez perdió. Y mostró su descontento en el muy recordado discurso televisivo.
Pero un año más tarde, en agosto, creó – por poderes especiales otorgados por la Asamblea Nacional – las milicias, como «un cuerpo especial» dependiente de la Presidencia.
No se sabe realmente cuántos integran estas fuerzas, pero el hecho es que son miles de hombres y mujeres que cazan algunos beneficios por su lealtad al régimen.
Son definidas como una guerrilla o un ejército irregular, donde los integrantes participan de manera voluntaria.
Aunque en circunstancias normales el Estado debería atacar la formación de este tipo de grupos, en Venezuela son alentados, siempre y cuando sirvan a los intereses del régimen.