La industria de la construcción pasa por su peor momento, porque el sector público ha dejado de realizar obras y el privado está restringido porque los materiales utilizados tienen que adquirirlos en dólares y, prácticamente, en forma clandestina.
Héctor Contreras, representante de la Confederación de Trabajadores de Venezuela en Lara, señala que los más afectados por el sector son las familias que están urgidas de un techo propio y, por supuesto, los trabajadores.
En este último aspecto, hay que resaltar que todos los insumos de la construcción están dolarizados y la mano de obra, amarrada al bolívar.
Los agregados para producir los materiales se elaboran en el país, pero para adquirirlos hay que desembolsar la divisa estadounidense.
El mercado inmobiliario primario está paralizado por completo, porque, como todos sabemos, ya no provienen en su mayoría del petróleo y el Estado se encuentra muy endeudado. No tiene recursos para ejecutar sus programas habitacionales, aunque estúpidamente el régimen sigue pregonando que ha construido millones de casas y apartamentos.
Los ejemplos más evidentes los tenemos aquí mismo, en Iribarren, donde el urbanismo más grande fue el de Aves de Yucatán (hoy Alí Primera) con 3.500 viviendas. En Cabudare, en lo que llamaron Ché Guevara hicieron tres o cuatro edificios. El proyecto de recuperación de las Torres del Sisal fue pura propaganda. Y lo de la urbanización Ché Guevara fue pura bulla, porque apenas hicieron tres o cuatro edificios.
La CTV, a través del Sindicato de Trabajadores de la Construcción, está tratando de llegar a los acuerdos con los empresarios para mejorar las condiciones salariales, ya que el salario mínimo oficial es de apenas seis dólares mensuales. En el sector de la construcción siempre ha prevalecido un salario mucho mayor que el fijado por el Ejecutivo Nacional.
La situación es grave porque los constructores tienen que adquirir, casi clandestinamente, los materiales, ya que éstos se encuentran en manos de quienes no tienen que ver con la producción de esos insumos.