Desde la madrugada comienza el calvario de los abuelos paraguaneros que recorren distancias kilométricas en busca de un trago de agua para sus hogares.
En carretillas, carruchas, sillas de rueda o coches para bebés, cargan los envases con vital líquido que llenan en las tomas ilegales.
Los de la tercera edad no tienen descanso, pues muchos hacen tres o cuatro viajes para, por lo menos llenar con agua una pipa.
Jesús Ramón Lugo se levanta a las 4:00 de la madrugada para llegar de primero al llenadero improvisado ubicado en el sector Alí Primera.
A sus 67 años recorre cuatro urbanismos desde su casa hasta la toma ilegal.
“No es justo que a esta edad tenga que estar pasando por tanto sacrificio por un servicio que es un derecho de todos”.
Lugo vive con su esposa y dos nietos pequeños, porque sus hijos emigraron a otro país.
Esta realidad se palpa directamente en Paraguaná donde cada vez son más las personas que se unen a la travesía de buscar un poco de agua para sobrevivir.
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