Allí estábamos, por séptima vez se hizo esta convocatoria de amor, de fe y devoción a nuestra excelsa madre, la Divina Pastora.
Además de corazones fieles a la virgen, también se sentía ese ambiente de familiaridad entre venezolanos congregados en Sevilla.
Así fue como Leo, -un joven más guaro que el Obelisco-, llevó una corneta que conectó a su teléfono celular, y cuando empezó el recorrido de la Pastora de Almas, además de colocar el himno, también pudimos escuchar temas emblemáticos de Juancho Lucena, y tamunangue, entre otras piezas, que hicieron que los barquisimetanos regresaran a esa tierra durante algunos minutos.
Un niño dijo con emoción, “la Divina Pastora se vino con nosotros”, tiene apenas tres meses de haber llegado a la capital andaluza con sus padres, y una de las razones por la cual estaba triste, era porque no vería más a su virgencita, descubrió este 14 de enero que no era así.
Francibel González una de las organizadoras de la misa e integrante de la Hermandad de la Divina Pastora de Barquisimeto en Sevilla, manifestó su alegría al ver que la iglesia del Convento de Capuchinos estaba repleta, al punto que hubo personas que se quedaron de pie.
Mientras que la homilía, oficiada por el superior de los Capuchinos en Sevilla, el padre Eduardo Rodríguez Márquez, ha recordado que Dios abre un camino grandísimo para sus hijos.
“Es Dios quien lleva la historia. Cuando nosotros no dejamos que entre el Señor a nuestras vidas, tenemos un conflicto. María con ese sí tan emblemático cambia la historia de la humanidad. Decir sí es decir gracias porque me creaste; tenga más o tenga menos. La virgen tenía muy poco, pero lo que tenía era muy valioso. Es a ella como Pastora de Almas que le pedimos hoy que acompañe al pueblo de Venezuela en este voto pastoreño que realizan cada 14 de enero. Venezuela nunca olvides que la Virgen tuvo que salir de su tierra, para poner a salvo la obra de Dios”, fue parte de la reflexión.
“Fray Isidoro decía que ella, la Pastora nos ha entregado a Jesús que es pastor, cordero y pasto para sus ovejas. Es el pastor que nos guía, es el cordero que se inmola y es el pasto, la verdadera comida para sus ovejas en cada eucaristía”.
El padre Eduardo, además de ser sacerdote es un poeta, que combina sus versos y se los dedica a la madre de Dios. Le regaló a la virgen y a los presentes, este poema como la oración de despedida a la Pastora de Almas:
“Danos Señora esa perla divina que se refleja en tus mejillas y brota por el hontanar de tus ojos; sonrisa, la de Dios, con nosotros. Danos Señora tu caricia, la que humilla mis arrojos y levanta los cerrojos… este corazón te necesita. Y danos Señora tu ternura que inspira a Venezuela su cultura en medios de tantas lágrimas y amarguras. ¡Tú siempre: vida, esperanza y dulzura! Así daremos culto a tu nombre bendiciendo al cielo todo hombre; que te quiso cual frondosa Alameda, dejándote para siempre en Sevilla. La misma que hoy se reclina agradecida y llega hasta Ti morena y estremecida sintiendo una vez más tu eterna suavidad, pidiendo a gritos, Pastora, la perla de tu bondad”.
Entre peticiones, ruegos, cánticos, ofrendas y alabanzas, los venezolanos, acompañados además por representantes de las diversas hermandades de la Divina Pastora de las Almas en Sevilla y en Andalucía (Santa Marina, Capuchinos, San Antonio, Triana, Padre Pío, San Fernando, Aracena), se dejaron seducir y conducir por la Virgen María a través de esta advocación, que con la diáspora venezolana se ha hecho presente en múltiples ciudades del mundo, para decir: he aquí este rebaño que te sigue y ama sin importar las fronteras.