Sebastián Santos Rojas fue un imaginero andaluz que nació en Higuera de la Sierra en Huelva, curiosamente el mismo pueblo donde nació también Miguel Alonso de Tovar, el copista de Murillo y autor del primer boceto de la Pastora de las Almas.
Coincidencia o no, ambos le ofrecieron tiempo y pasión a la imagen de la Pastora. Sebastián Santos Rojas dedicó su vida artística a la escultura religiosa en Sevilla. Se hizo hijo adoptivo del padre Juan Bautista Ardales, un capuchino enamorado de esta advocación.
Entre los dos, hicieron la travesura más hermosa, idearon piezas con la simbología pastoril, que hoy se encuentran en la iglesia del Convento de Capuchinos, como parte del patrimonio artístico, cultural, religioso y espiritual de esta fraternidad y de la capital andaluza.
Es así como nos encontramos con La Pastorcita dormida, una obra firmada y fechada el 20 de junio de 1940 y a la que los frailes le llaman cariñosamente El sueño de la Pastora.
Desde una vitrina nos sorprende. La talla de dimensiones: 0,63 por 0,28 metros, está dormida sobre un cojín. En la mano derecha tiene un cayado y dos corderos entre sus brazos. También tiene el sombrero pastoril con flores, que ella misma aplasta con un muslito. Y bajo su pie izquierdo el globo con estrellas y la luna, porque también es Inmaculada.
“Es una imagen que representa una alegoría del pastorado de la virgen María, está dormidita, se ve los dos borreguitos, ves el cayado, con el sombrerito abajo con las flores. El ideólogo de esta pieza fue un provincial, el padre Juan Bautista de Ardales, un enamorado de la virgen y el artista Sebastián Santos Rojas quien fue hijo espiritual de este sacerdote y un gran imaginero que triunfó”, explica el superior de los Capuchinos, el sacerdote Eduardo Rodríguez.
“Ella está soñando que cuando sea mayor, será la Pastora de Sevilla. Sebastián Santos Rojas tenía la genialidad, de que el 24 de junio día de San Juan, que era el onomástico del padre Juan, le regalaba todos los años una pieza. Coincide con que ese fue el día en que fray Isidoro concibió la devoción”, agrega.
Tanto en la iglesia como en el propio convento de los padres Capuchinos en Sevilla, tienen más de 300 obras de la Divina Pastora, entre lienzos y esculturas. Cuidan con mucho celo la del artista de la Escuela Pictórica Sevillana, Miguel Alonso de Tovar, que se encuentra en un relicario de plata. En cuanto a la colección de Sebastián Santos Rojas conservan 15 esculturas del imaginero andaluz.
“De las obras de Sebastián Santos Rojas, -que todas son magníficas-, pero esta es de un ingenio, de una finura, delicadeza, de una calidad indiscutible. Sevilla está marcada por la época del barroco y del neobarroco, la imagen es barroca, pero también apunta al realismo. Las proporciones, el tratamiento de las facciones, busca la perfección de la talla, pero no abandona las características de un niño, en este caso de niña. Yo la encajaría en el realismo del Siglo XX sin abandonar el barroco
andaluz, que está en el ADN nuestro”, describe el fraile capuchino.
La imagen se puede ver por los cuatro lados, mima mucho los detalles.
“Tuvo que dedicarle mucho tiempo, se nota el cariño con el cual lo hizo. Nos viene a decir, que vale la pena soñar con Dios, porque nos sorprende hasta en los sueños”.
De gran valor artístico
En el libro Sebastián Santos Rojas Escultor – Imaginero, elaborado por su hijo el también artista, Sebastián Santos Calero, nos describe la talla que impresiona a más de un devoto pastoril, y hace que suspire y se estremezca frente a esta obra tan tierna.
“Es una talla en madera de ciprés. La cabeza es un retrato de Rosarito, hija de los marqueses de Villapanés, familia estrechamente unida al padre Ardales. El modelado de la figura, de acentuado barroquismo, contrasta notablemente con el concepto que el escultor emplea en las telas que cubren el vientre”, dice parte de la descripción que se encuentra en el libro.
El crítico de arte Rafael Muñoz Guerrero, quien además fue amigo de Sebastián Santos Rojas, explica que para analizar la obra del imaginero andaluz, se debe conocer los detalles personales y la vida del escultor, ya que él lo denomina: “El Santo Sebastián”.
“Era un hombre muy piadoso, religioso. Después de hacer o restaurar una obra colocaba una nota con una plegaria a la Virgen o dándole las gracias. Era tan religioso que en su taller, rezaba un rosario y sacaba una virgen en procesión. Y mientras hacía las esculturas, estaba orando”, comenta como anécdota el experto.
“Hay que decirlo, Sebastián Santos Rojas es el gran imaginero del Siglo XX en Sevilla. Con su obra, aporta un concepto nuevo al igual que Luis Ortega Bru. Es un gran especialista en Dolorosas. Hizo muchas Pastoras por su relación estrecha con los franciscanos”.
Destaca Rafael Muñoz Guerrero que el acabado de las obras del escultor son muy buenas, “como patinaba las imágenes, eso marcaba la diferencia. Fue un seguidor de Juan Martínez Montañés. Es barroco, fue un clásico. No era agresivo. Es muy realista y le imprime esa unción sacra que es muy difícil en los imagineros. Sebastián Santos Rojas, tiene en su obra el alfa y el omega de la procesión de Semana Santa de Sevilla, con la Dolorosa de la Virgen de la Concepción de la Hermandad del Silencio y con el Cristo de la Última Cena, respectivamente”.
En cuanto a La Pastorcita dormida, manifiesta que es una pieza de un valor excepcional, es una obra maestra e irrepetible, además de una etapa muy madura de Sebastiàn Santos Rojas.
“Esa pastorcita dormida es desconocida por los propios sevillanos. Pero en ella Sebastián se muestra muy naturalista, no abusa de la simbología”.
“Sevilla fue la ciudad más importante del Siglo XVII. Tanto en los conventos como en las iglesias, se encuentra el gran tesoro escondido de esta tierra, que son las obras de arte. Sevilla es una escuela de imaginería. Sebastián Santos Rojas es el escultor religioso más importante del Siglo XX, con su visión sacra tendremos años y siglos hablando de él. Su obra tiene que ser declarada patrimonio cultural de esta ciudad”, manifiesta el crítico de arte.
La Pastora dormida o El sueño de la Pastora, es realmente una obra maestra, una metáfora hermosa de cómo María con pendientes y su mano acariciando a un cordero, duerme y crece cerca de su rebaño, ya de bebé nos guía con su cayado y con esa ternura que representa Sebastián Santos Rojas en esta escultura de pequeño formato.