Todos los años, sin exceptuar uno solo, ni aun en las épocas de revoluciones y montoneras, incluyendo la Guerra Federal, que fue de cinco años, cada 14 de enero, a las cinco de la madrugada, salía de Barquisimeto una peregrinación, a pie, hasta Santa Rosa, para traer en la
tarde a su querida imagen de la Divina Pastora.
Era costumbre durante esa época levantar arcos triunfales en las calles por donde pasaba la procesión y poner en las ventanas briseras con velas encendidas y platillos para quemar incienso. Todas las campanas de las iglesias anunciaban que la Virgen vendría ese día.
«La imagen de la Divina Pastora posiblemente fue adquirida entre
1715 y 1724, traída de Sevilla, España, dado se propagaba
rápidamente el apostolado pastoril de la Virgen en esa zona, además
de acostumbrarse a importar las imágenes religiosas».
Siete kilómetros de recorrido
La imagen era cargada por una docena de hombres sobre un mesón y éstos se colocaban sobre la cabeza unos rodetes de trapo para soportar el peso. Dos hombres se ocupaban de levantar el paño que cubría el mesón para dar aire a los sofocados cargadores.
Había relevo a lo largo del trayecto de unos siete kilómetros. Un sacerdote presidía la romería que salía del pueblo de Santa Rosa cerca del mediodía, llegaba a una plazuela en la entrada de la ciudad como a las cuatro, y hacía una parada en la casa del señor Casimiro Casamayor.
Hasta allí la traían dentro de un camarín para protegerla del polvo del camino, luego le daban el último arreglo y le colocaban el Niño en los brazos.
«El Niño Jesús es de idéntica madera a la de su madre la Divina
Pastora. En los años 50, de visita de casa en casa, se quemó y alguien
(nunca se supo quién) lo guardó en un cajón en la iglesia y lo sustituyó
por uno de mayor dimensión hasta que el padre Fidel González, ex
párroco de Santa Rosa, por cosas del azar, descubrió el cajón y al Niño
allí guardado, quien volvió a los brazos de su Madre para cumplir con
la procesión».
Al destapar la imagen le cantaban una salve y, antes de proseguir el camino hasta la Catedral (hoy templo de San Francisco de Asís), la ciudad entera le brindaba un recibimiento majestuoso. Luego, cada domingo, sacaban la venerada imagen en procesión, paseándola por las calles para llevarla a las diferentes iglesias de manera que las personas pudieran, en cada parroquia, expresarle su devoción y acercarse a ella.
Se acostumbraba regresarla al pueblo de Santa Rosa una vez concluido el recorrido, antes del domingo de carnaval, para evitar el juego callejero que usualmente tenía lugar en estas fiestas. A su regreso, pasaba de nuevo por el monumento a la Cruz Salvadora y paraba en saca de Casimiro Casamayor, para cubrirla con el camarín que la protegería.
«Serían las 4 o 4:30 de la tarde, cuando llegó por primera vez la venerada Imagen de la Divina Pastora a la Tierrita Blanca y se inauguró en ese sitio el sacro emblema de nuestra redención», apuntó el Hermano
Nectario María Con el paso de los años, la procesión fue creciendo hasta el punto de convertirse en la expresión mariana más acontecida de Venezuela y una de las más importantes de América. La Divina Pastora está cargada de leyendas y de historia. La Divina Pastora es la manifestación de amor del pueblo larense.
Fuente: La Divina Pastora, Historia de una Devoción. María
Matilde Suárez y Camen Bethencourt. Barquisimeto 2005
Lo Bello y lo Útil de Lara. Casa Propia Entidad de Ahorro y
Préstamo. Barquisimeto 2004
Historia de la Divina Pastora de Santa Rosa. Hermano
Nectario María. Barcelona 1926.
El Padre José Macario Yépez 1799-1855. Lino Iribarren
Celis. Caracas 1952
Barquisimeto: Historia Privada, Alma y Fisonomía de
Barquisimeto de Ayer. Rafael Domingo Silva Uzcátegui.
Caracas 1959