Más de uno pensará que el gobierno se la comió con lo que hizo el domingo a la Asamblea Nacional. Es el razonamiento de Carujo del cual no nos liberamos completamente. La fuerza y la picardía como claves del éxito. “El mundo es de los valientes”, cuenta la historia que el coronel le dijo al Presidente Vargas cuando lo hizo preso. Aunque es muy discutible que sea un acto de valor impedir a la brava, con un plan táctico concebido en la sala situacional de algún comando, la instalación constitucional del último período de sesiones de este Poder Legislativo. No alcanzo a ver el heroísmo de usar cientos de efectivos militares armados, emplazando alcabalas con esas paredes metálicas llamadas murciélagos para que un número suficiente de diputados y los funcionarios parlamentarios no llegara a su trabajo y los medios de comunicación no pudieran cubrir la información y, de este modo, preparar la escena para que la versión oficial fuera la única y quedara asentado que había ocurrido lo que no ocurrió. ¡Cómo si nadie se diera cuenta de la verdad!
No estoy de acuerdo. El grupo en el poder paga y pagará carísimo por alcanzar los objetivos de sacar a Juan Guaidó, desmoralizar a la oposición y dinamitar las posibilidades de solución política y electoral a la crisis nacional que es lo que nos hace falta y convendría a Venezuela. Un precio institucional, pues la legalidad en el país queda hecha harapos y la Fuerza Armada, a la que tanto han perjudicado al politizarla y manipularla, sufre en su reputación interna y externa. Y, por si fuera poco, también un precio internacional, como puede apreciarse en que el manotazo resultó impresentable hasta para los gobiernos de Argentina, México y el saliente de Uruguay. El descrédito del gobierno no disminuye y el crédito de la república empeora. Tomaron el Capitolio, pero no el Asamblea La “victoria” es como la de Pirro. Los oficiales lo estudiaron en Historia Militar. Y la Asamblea verdadera se instaló en la tarde del domingo y el martes sesionó en el Capitolio. No pudieron ganarla, ni comprarla ni robársela.
En la vida real de la gente venezolana, el escandaloso acto de fuerza que el planeta ha visto en vivo y en directo no traerá ninguna mejoría. Los precios no bajarán ni se regularizarán los pobres servicios de agua y energía eléctrica, ni mejorará el abastecimiento de gasolina y gasoil en las bombas, ni se crearán nuevos empleos, ni se acabará el mercado negro dolarizado de cualquier cosa porque hayan invadido el viejo palacio guzmancista. Al contrario, la tendencia será a peor. Es decir, el grupito celebrará su pírrico triunfo, pero para el país, pura pérdida.
Ramón Guillermo Aveledo