El presidente ruso, Vladimir Putin, ha tenido una semana ocupada, tras el ataque estadounidense con dron donde murió el general iraní Qassem Soleimani. La visita de Putin el martes a Siria fue emblemática de una realidad que se ha estado desarrollando en los últimos meses: la posición estratégica de Estados Unidos en Oriente Medio es un misterio para muchos de sus aliados, y Rusia está más que lista para llenar cualquier vacío.
Fue el líder del escenario mundial, visitando tropas en una zona de guerra remota durante las vacaciones, apuntalando alianzas y acuerdos económicos en Medio Oriente, reuniéndose con la canciller alemana y retratándose a sí mismo y a su país como socios confiables en un mundo cada vez más incierto.
El cambio, en muchos sentidos, ha dejado a los aliados de Washington en apuros o recurriendo a Moscú en busca de un socio.
Putin fue el primer líder mundial con el que habló el presidente francés Emmanuel Macron justo después de enterarse del ataque con drones del viernes en Irak. La canciller alemana, Angela Merkel, mientras tanto, se trasladó hasta el Kremlin para discutir la crisis en Medio Oriente.