El doctor Gottfried August Knoch fue un médico alemán que llegó a Venezuela en 1845 y se estableció en La Guaira.
Al él se le atribuye la invención de un líquido momificador que se inyectaba a las personas en su lecho de muerte y preservaba los cuerpos sin necesidad de extraerles los órganos vitales.
El científico descubrió la fórmula en los tiempos de la Guerra Federal (1859 – 1863) y utilizó soldados cuyos cadáveres no eran reclamados para realizar sus experimentos.
Knoch subía los cuerpos a lomo de mula hasta su finca en El Ávila y en su laboratorio particular los momificaba.
Está práctica macabra lo hizo conocer como «El Vampiro del Ávila». La fama del médico llegó a Caracas.
Allí se le encargó momificar al periodista Tomás Lander y al Presidente Francisco Linárez Alcántara, envenenado en 1878.
El joven doctor José Gregorio Hernández, eminente profesional de la medicina, no aprobaba los métodos de Knoch y ambos médicos tuvieron sus diferencias. Pero hasta sus últimos días el doctor Knoch continuó con sus experimentos y utilizó su fórmula para momificar a toda su familia incluido él mismo.
El 2 de enero de 1901 su asistente le inyectó la fórmula en su lecho de muerte y Knoch se llevó el secreto a la tumba.
Años después el lugar fue saqueado y las tumbas profanas, dando así fin a la historia que se convirtió en leyenda.