La Navidad fue establecida el 25 de diciembre como día de solemnidad por la Iglesia católica en el año 350 gracias al papa Julio.
En la Biblia no se menciona el día exacto del nacimiento de Jesús. De allí que la celebración de la Navidad al principio no formara parte de las tradiciones cristianas.
La razón de fijar el día 25 de diciembre como fecha de festejo del nacimiento de Jesucristo responde a la necesidad de la Iglesia de sustituir la fiesta de las Saturnales (o Saturnalia), tradicional en la Antigua Roma, que coincidía con el solsticio de invierno y que era celebrada por los llamados paganos, y así facilitar la aceptación del cristianismo.
Es una festividad religiosa en la que los cristianos conmemoran el nacimiento de Jesucristo.
De hecho, la palabra Navidad, como tal, procede del latín nativĭtas, nativātis significa “nacimiento”.
Este término, sin embargo, se utiliza no solo para referirse al día en que se celebra el nacimiento de Jesús (la Nochebuena), sino que también se extiende para designar el periodo posterior, hasta el Día de Reyes.
El significado de la Navidad corresponde a la manifestación de ciertos valores que durante el año se mantienen más o menos en el olvido.
Valores como la solidaridad, la unión, el amor, la paz y la esperanza, son más propios de la época de Navidad, y se encuentran representados en las creencias religiosas del cristianismo. Fuente: significado.com
Es aquí donde se manifiesta la importancia de la “celebración” de la Navidad; es la conmemoración de la consolidación de “La Sagrada Familia.”
El fortalecimiento del núcleo familiar con el advenimiento de un hijo y, que es nada más y nada menos que el “Hijo de Dios.”
Significa la exaltación de los principios y valores que sólo se consiguen en el recogimiento del seno del hogar, en aquellas “Tertulias de Café”, donde los patriarcas y las matriarcas de las estirpes, antes y/o después de las comidas, transmiten a sus descendencias sus conocimientos y experiencias; la ética, la moral y las buenas costumbres que les caracterizan y son el cimiento para las nuevas generaciones…
Esa es la génesis de un buen ciudadano, allí comienza su educación, cuando los padres transforman sus viviendas en el pesebre donde nació “El Niño Dios.”
Y eso jamás se olvida…
Las buenas costumbres aprendidas desde nuestra niñez constituyen la bienaventuranza de los ciudadanos que construyen una nación, es la mejor manera de execrar la envidia, la delincuencia, el pillaje, la matraca… la corrupción.
La Navidad debe servir para reflexionar, para estudiar las Sagradas Escrituras y tomar de ellas todo cuanto podamos.
El mejor ejemplo… “Es dar un buen ejemplo.”
Tal vez no sea yo la persona más idónea para tocar estos tópicos, sé que he errado infinidad de veces y que esos errores son mis experiencias. Soy un ser humano, por tanto, tengo el deber de ejercer el derecho de errar. De Rabindranath Tagore aprendí:
“Enseña a vivir como se debe aunque no vivas como enseñas.”
Si todos y cada uno de nosotros hiciésemos “correctamente” lo que nos corresponde, seguro estoy que, más temprano que tarde, y a un mínimo costo, saldríamos de esta pesadilla donde nos ha llevado la “Involución del Siglo XXI.”
Venezuela, la Patria Grande que cuando necesitó a sus libertadores los parió no los importó, la misma que ha sido ejemplo en el mundo en múltiples profesiones, especialmente en materia legal, necesita urgentemente el accionar de sus ciudadanos probos.
Sólo así recuperaremos la…“¡Feliz Navidad!”
Maximiliano Pérez