La transición no es un simple cambio de mando político, implica también la emergencia de un nuevo sistema socio-económico liberador de la pobreza, caldo de cultivo para la opresión política. Por eso, la transición no necesariamente tiene que ser primero política para que luego ésta impulse la económica.
El pronunciamiento lo hace el economista, investigador del Centro Internacional Miranda (CIM), docente universitario, Premio Nacional de Ciencia 2013 y ex-ministro de Industrias Básicas y Minería, Víctor Álvarez en su último análisis sobre la situación del país y las expectativas que existen hacia el futuro.
Advierte, sin embargo, que el proceso se puede dar al revés, puede ocurrir primero una transición económica que desemboque en una transición política.
Señala que en cualquiera de los casos, no será un proceso rápido, llevará tiempo cerrar la brecha entre lo que se tiene y lo que se quiere. Asegurando que apostar primero a la transición económica puede ser la vía más rápida para lograr la transición política, no al revés.
Considera el especialista que la transición económica puede crear las bases materiales para la transición política al liberar de la pobreza a vastos sectores de la población que antes dependían de las políticas clientelares de dominación.
Asegura que con una oposición dividida por pugnas internas, la transición hacia la democracia política y económica puede resultar más lenta, sobre todo, si se apuesta primero al cambio político como condición para impulsar los cambios económicos. “Peor aún, si la transición política no logra impulsar una transición económica -entendida ésta como un proceso de liberalización y apertura que conduzca al crecimiento de la economía y a la generación de nuevas fuentes de trabajo estables y bien remuneradas para liberar a las grandes mayorías de la pobreza-, el viejo orden que se creía superado puede ser restaurado”.