“El abuso del poder es una enfermedad, al parecer incurables del ser humano y, claro, que produce desorden.”
SALVADOR DE MADARIAGA (23-07-1.886 / 14-12-1.978)
Salvador de Madariaga y Rojo fue un diplomático y escritor español, ministro en 1.934 de Instrucción Pública y Bellas Artes y de Justicia de la Segunda República. De pensamiento liberal y europeísta, se exilió tras el inicio de la guerra civil en el Reino Unido. Durante la Guerra Fría fue un activo militante en contra del comunismo soviético, así como un opositor de la dictadura franquista; solo retornó a España tras la muerte de Franco. Miembro de número de la Real Academia Española y la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, como escritor cultivó diversos géneros: ensayo histórico y político, crítica literaria, novela, biografía o poesía, entre otros. Fuente: Wikipedia.
El abuso de poder es característico de algunos gobiernos, de los autócratas que atentan contra la libertad de los ciudadanos y conculcan los derechos que otorgan constituciones, leyes y reglamentos provenientes del espíritu, propósito y razón del legislador probo que ha seguido los lineamientos dictados por principios y valores, tradicional e internacionalmente aceptados…
Este se manifiesta cuando se comienza a manipular al “Estamento Legal” adaptándolo a conveniencias personales de quienes, de una u otra forma, ejercen el poder.
Generalmente comienzan con el terrorismo judicial, ya que les es completamente gratis montar un expediente, con abogados pagados por el sistema y cobran trabajen o no. Es por ello que las primeras amenazas provienen de esta actitud.
Cualquier funcionario que se siente apoyado trata de humillar a los ciudadanos y satanizan denuncias y hasta propuestas que a ellos mismos le pueden ser útiles de ser oídas y puestas en práctica. Pero no, difaman, utilizan términos peyorativos o vilipendian a ciudadanos que podrían ser catalogados como empleados gratuitos del gobierno, porque aportan soluciones a grandes problemas que cada vez se profundizan más; sin dar valor a que muchas personas, tan sólo, quieren colaborar para lograr el éxito gubernamental, porque, si el gobierno es exitoso la población es exitosa, es decir, logra el bienestar social.
Es aquí donde se diferencia el político al politiquero. El primero da su vida por el bienestar ciudadano, el segundo la da para su beneficio personal, va en pos del crédito público con miras a no pagarlo, a la dádiva, al lucro desmedido y/o tras la corrupción que acaba con el erario público. Utiliza datos, estadísticas, y numerología sacada de mentes fantasiosas para justificar sus ilícitas actividades.
Estos personajes utilizan a la ignorancia que les rodea para saciar sus apetencias de dinero fácil y utilizan a plataformas partidistas, gremios y asociaciones para lograr sus nefastos objetivos, en oportunidades no les importa el haber sido sometidos al escarnio público, al desprecio de sus compañeros. Amenazan y utilizan los medios de los que disponen para blindarse de un manto de impunidad que pareciera infranqueable pero la justicia siempre llega, a veces la hacen lenta y hasta torpe pero, la historia siempre corrobora que la justicia siempre llega.
Es un llamado a la lógica reflexión, toda fiera acorralada es peligrosa, mucho depredador en lugar de obrar con sensatez, en su desesperación aplica procedimientos que más temprano que tarde se le revierte.
Como decía Artigas:
“En libertad, con la verdad no temo ni ofendo.”
Maximiliano Pérez