La reacción de algunos diputados de la Comisión de Contraloría, que tienen señalamientos de favorecer a sujetos vinculados con el régimen, es haber desatado ataques contra Juan Guaidó.
Al respecto el diputado José Brito dice que el presidente de la Asamblea Nacional y jefe del Ejecutivo Nacional reconocido por más de cincuenta países democráticos favoreció a Mauro Libi, propietario de Avelina, acusado de estafa Y que 70 parlamentarios le están pidiendo rendición de cuentas durante su gestión como presidente encargado.
Este es un fenómeno que puede tomar un doble cauce, dice el politólogo Piero Trepiccione, consultado por Elimpulso.com.
Uno, explica, puede ser llevando a cabo una investigación para hacer transparente todas las actividades de los diputados y demostrarle a la sociedad civil que existe una posición dura contra la corrupción.
El segundo cauce es el que conduce a un mal procesamiento del escándalo. Que un escándalo tape a otro. La población perdería la confianza.
En la medida en que los partidos sean transparentes, abran sus puertas a investigaciones independientes, profundas, a determinar cómo ha sido el manejo de los recursos y si efectivamente se han producido actos de corrupción, sean separados y castigados los culpables, la dirigencia se puede reconectar con el 90 por ciento de la población que está exigiendo precisamente eso.
Cuando se le consultó sobre la opinión de Diosdado Cabello, quien declaró que no le sorprendía que la oposición estuviera involucrada en corrupción, pero no habló de las denuncias hechas contra el régimen, dijo que éste tiene como estrategia enlodar a toda la clase política que le adversa, para fomentar los valores de la antipolítica.
La estrategia es insistir en forma persistente que todos los políticos son corruptos. Y de esta forma quien se beneficia es el que tiene el poder. Porque si la gente se decepciona, se desmotiva, no se va a producir el cambio que la inmensa mayoría quiere.