Como ciudadanos venezolanos hemos insurgido en innumerables oportunidades ante el secuestro del Estado por parte del “Socialismo del siglo XXI”. De forma estoica luchamos, armados de buena voluntad contra el Poder. Hemos sido flagelados por el hambre, castigados con la anarquía en una”República” cuya cosa pública se ha perdido en la corrupción.
Existimos. Si, en medio del dolor de muchos,hoy muestran los gráficos de pobreza y mortalidad, personas transformadas en barras crecientes porcentuales de desesperanza… un pesar medido en encuestas.
Sabemos de duras realidades, atrevernos a imaginar cómo salir del desastre es una necesidad. La ardua tarea de poner fin a la delincuencia organizada que gobierna de facto al país y construir la Democracia en Venezuela parece inalcanzable, porque nadie puede pronosticar el término para lograrlo. Lo que podemos definir hoy de forma individual es perseverar en el camino, y qué hacer como lo más importante de la problemática.
La crisis de la Democracia representativa en Venezuela en la década de los 90, marcada por la desconfianza en las instituciones, o mejor dicho los actores que conducen las mismas, fue el terreno fértil para que a través de los canales participativos, se estableciera una hegemonía que desmontó al Estado clásico; resultado de esto: la desconfianza y el hastío ante el estado de cosas fue motivo suficiente para que la anti política se adueñara de los espacios propios de los ciudadanos, disfrazando de “Democracia Participativa” al populismo y la tiranía por 20 años.
El cambio que exigimos y luchamos no sólo es de la hegemonía de un proceso gobernante sobre otro;requerimos transformaciones sustanciales en lo que percibimos como Democracia; participar en ella para hacerla perfectible, desde cualquier espacio. Plantear debates a lo interno de nuestras organizaciones políticas existentes que permitan conectar las expectativas del cambio con el servicio público destinado al desarrollo; disertar sobre el cumplimiento de valores democráticos y poner límites al pragmatismo.
Todo esto, no es distante al reclamo que se hace en el resto de Latinoamérica. Hemos sido los pioneros en la región en luchar contra este perverso fenómeno en el Poder; algunos países han surgido de la catástrofe con mayor rapidez, en lo que respecta a Venezuela, haciendo honor al filósofo Heráclito, lo único constante es el cambio.
Macarena González Machado