Que se hayan producido 1.739 protestas en octubre, indicativo de un promedio de 58 por día, evidencian que las condiciones materiales en que vive la población son caóticas. Y las que sufren más son las personas que se encuentran en pobreza extrema, porque padecen aniquilamiento psicológico que les quita toda voluntad de luchar por sus vidas.
En este sentido la psicóloga social Hisvet Fernández, entrevistada por Elimpulso.com, manifiesta que hay razones para protestar por los problemas de salud, educación, transporte, vialidad, insumos médicos, gas, gasolina, dinero en efectivo y alimentos.
Sin embargo, quienes con frecuencia salen a protestar son las personas de clase media, que tienen una razón de conciencia y señalan a los responsables de la situación.
Los sectores populares, que están en la sobrevivencia, pelean por cosas concretas, puntuales.
Este ha sido el gobierno que ha tenido más protestas en toda la historia republicana. Porque el deterioro de las condiciones materiales es absoluto y, por supuesto, hay terreno abonado para que la gente salga a protestar.
Cada día en todas partes se consiguen obstáculos y dificultades, lo que nos indica que existe una conspiración para la mala vida.
Aunque pareciera que hay un repunte en la economía, porque están surgiendo a diario algunos grandes establecimientos, como bodegones, la realidad nos evidencia que éstos son negocios para un grupo selecto, que no llega al 15 por ciento.
“El pueblo no tiene posibilidad de acercarse a ellos porque carece de capacidad de compra. El 87 por ciento ronda en la pobreza y de ese porcentaje, más del 50 por ciento se encuentra en pobreza extrema. Y lo más grave es que esta gente, excluida, está viviendo un aniquilamiento psicológico, que les resta la voluntad para luchar, para protestar, para sentirse con derechos”.
Estamos viendo cómo aumenta la deserción escolar,por cuanto muchas familias enviaban sus hijos a la escuela porque ésta les ofrecía, a través de sus comedores, la posibilidad de que los alumnos pudieran tener siquiera una merienda.
A consecuencia de la crisis se ha ido, según cifras de las Naciones Unidas, más de cuatro millones de personas y se estima que el 26 por ciento de las familias en el país sobreviven con las remesas que les envían sus familiares desde el exterior. Pero, también viven la angustia de que el dinero les alcance para cubrir sus necesidades, ya que la hiperinflación devora todos los ingresos.