A raíz de la explotación del Arco Minero, la violencia se incrementó considerablemente en el estado Bolívar, como consecuencia de la lucha encarnizada, entre miembros de sindicatos de mineros, grupos delictivos y elementos vinculados a las guerrillas colombianas.
Así lo declaró para Elimpulso.com, monseñor Mariano Parra Sandoval, quien fuera titular de la Arquidiócesis de Ciudad Guayana, conocedor del problema porque visitaba periódicamente las zonas pobladas por indígenas pemones, afectadas precisamente por los grupos armados que operan en la región.
Terrible es la situación de los pemones desde que entraron a su territorio las mafias, ya que en esta calificación figuran todos esos grupos porque actúan de la misma forma, utilizando la violencia y, por supuesto, todo tipo de armas letales-
Antes de salir de la Arquidiócesis, fui por el río Arauri, afluente del Orinoco, para visitar a los pobladores de esa zona y con todos los que hablé me expresaron su temor, ya que prácticamente no pueden trabajar.
Son personas que siempre han vivido de la caza y de la pesca, pero, por una parte, las mafias operan a sus anchas, ya que esa es una tierra sin ley.
La explotación de las minas, sin respetar las mínimas normas ambientales, ha contaminado los ríos por las sustancias químicas que los mineros utilizan para lavar las tierras y obtener el oro.
Esta situación comenzó hace aproximadamente seis años y, a medida que ha venido transcurriendo el tiempo, la violencia se ha acrecentado, porque a los mafiosos no les importa cometer homicidios, porque no existe autoridad que los detenga, ni mucho menos que se imponga la justicia.
Es por ello que casi todos los días se suceden peleas a balazos entre grupos en discordia por la apropiación de los espacios, ya que como no existe control alguno, lo que impera es la ley del más fuerte.