En una comunidad atravesada por los preceptos de la pintura tradicional con el peso inevitable del paisajismo, sorprende la obra de un pintor extraordinario como el maracayero Ramón Lizardi. Es un hecho que no ocurre todos los días en este competido mundo de las artes visuales.Ello aunque éste no se encuentra en estas latitudes de los mortales.
Un creador plástico en cuyas obras los protagonistas son el color y la composición que acomete ordenada, cuidadosa y calculadamente propio de quien obra con el mas esmerado detallismo. Nada lo hace al azar o casualmente sino plenamente consciente sin rasgos de puntos o manchas que a veces despiertan conjeturas.
A nuestro entender estamos ante un consumado cultivador del paisajismo que asume desde las perspectivas de lo heterodoxia, visto que niega su carga confesional, pero logra equilibrar certeramente sus nuevas manifestaciones.
Si se quiere se trata de un ecléctico en materia de pintura que travesea con los conceptos confesionales del paisaje junto a los nuevos que alcanza niveles de excelencia y seducción del espectador.
Particularmente nos llama poderosamente la atención la manera como Lizardi aborda el paisaje de forma elemental. Ello nos recuerda a los pintores minimalistas a quienes poco les preocupa adornar con motivos la obra.
De exprofeso este artista, nacido en 1953, nos ofrece unos paisajes casi solitarios sin adornos barrocos con una belleza y encanto permanentes.
Los paisajes de Ramón Lizardi no son los convencionales a que estamos acostumbrados a observar. Éste los construye con unas franjas o surcos, algunos en tres planos en los cuales desparrama toda la fuerza de su rico cromatismo.
Algunas veces lo hace con un azul matizado, blanco, verde y un llamativo rojizo. Eso y nada más. Estos tienen un tono casi expresionista por lo original y atrevida inventiva de unas nubes de forma rectilínea que estimula observación de izquierda a derecha o viceversa.
Lizardi es un ardoroso colorista y maestro de la mejor composición. Esos son los elementos mediante los cuales plantea, desarrolla y resuelve sus representaciones plásticas sin mayores complejidades.
Colores a lo preciosista iluminados por el Valle del Turbio con un mensaje de espiritualidad, meditación, serenidad, grandeza y oportuno defensa del maltratado clima en este planeta Tierra.Un proceso con esas claves en que salta a la vista la anulación del entorno con predominio de colores fríos y asomo de los cálidos.
De esa forma el color tiene el rol integro de sus creaciones que domina ampliamente. Un hecho que demuestra en las 19 obras de su autoría que expone el Ateneo del Oeste Vicente Furiati. Se trata de la muestra “Lizardi In Memoriam”, una iniciativa de sus familiares, la distinguida pintora Sandra García y la Galería de Arte Villalón.
En Lizardi, con estudios en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, se combinan certeramente el contenido o fondo con la forma para dejarnos la evidencia de un arte muy singular por su belleza en la corriente del nuevo paisajismo.
Una muestra rotativa que será trasladada a partir del 29 de noviembre a los espacios del Club Italo Venezolano. Están invitados a disfrutarla en ese segmento de las 8 horas libres de que disponemos todavía en este valle de lágrimas.