Para recordar:
“Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.”
(Mateo 18:32)
Puede haber una, mil o miles de personas que no perdonarán alguna falta que hayamos cometido, sin darse cuenta que Dios les ha perdonado errores más graves a ellos. Pero Cristo nos enseñó a decir: “Padre…perdona mis ofensas como perdono a los que me ofenden” (Mateo 6:12).
La historia del siervo malo tuvo un preámbulo en Mateo 18, cuando Pedro le pregunta al Maestro y le dice: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?(Y) Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun, hasta setenta veces siete.
De acuerdo al relato, el Hijo de Dios, no le estaba diciendo que multiplicara 70 x 7 ó 7 x 70, algo que nos daría, apenas, 490 veces.
Que nos corrijan los matemáticos.Lo que más se aproxima a la sabiduríadivina, sobre el perdón, señalado en Mateo 18:21, sería la acción de multiplicar 7x7x7x7… hasta 70 veces. Sería escribir 7 elevado a la 70. El resultado total, es una cifra enorme de unos 60 dígitos (se puede ver el número en www.potenciacion.com y es: 1435036016 0986843428 5603076356 6710717400 7738373924 6066639249. Acotamos que en el programa Excel nos dio muy parecido, lo que apunta a un perdón ilimitado.
Y, para ver más de cerca la enseñanza de Jesús, habiendo multiplicado 7 por si mismo,en la décima operación de nuestra cuenta en Excel, nos dio: 1.977.326.743 (un mil novecientos setenta y siete millones, trescientas veintiséis mil, setecientas cuarenta y tres), veces. Como observamos, tanto la primera, como la segunda cuenta, siguen siendo cifras gigantescas, y no habría vida suficiente para perdonar u ofender tantas veces.
Tal vez por ello, a Dios no le gusta que pequemos u ofendamos, a Él o a un semejante una o más veces, pero Cristo y el cielo quieren:Que no digamos: “No lo perdono, ni que vuelva a nacer”. Posiblemente, la acción malvada de otros sobre nosotros no se nos olvide yen otras ocasiones sí, pero lo que se busca es que la sangre no se nos envenene; que no cambie la química de nuestro cuerpo al punto de enfermarnos y tampoco que le deseáramos la muerte,aún en ausencia de sentencias terrenales, porque para eso está un Dios en los cielos que se encargará de hacer justicia por nosotros, tarde o temprano.
Jesús quería que entendiéramos: Que nadie entrará en el reino de los cielos, si no está dispuesto en perdonar a su semejante, sea familia, amigo, gobiernos a sus ciudadanos, inclusive a un enemigo, tantas veces como sea necesario.
Y si todavía pensamos que la cuenta es 490,el Salvador,aclaró más cuando contó que un siervo malo le debía a un rey, 10.000 talentos, que son unos 216 mil kilos de plata. Y el rey lo perdonó. Pero a la vez, a ese siervo malo, otro siervo le debía 100 dracmas (1 dracma o denario, son 3,6 gr plata y como son 100 días de trabajo, equivalente a 360gr de plata. Y por no poder pagarle, lo mando para la cárcel ¿No es brutal la diferencia?
Cuando el rey se enteró del siervo malo: “lo entregó a los verdugos para que pagara todo lo que debía”. Y agregó: “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas. (Mateo 18:34,35).
En el ambiente que vive Venezuela, hasta por la ausencia de unidad, que denota posible carencia de perdón entre nosotros, cristianos o no, llamamos especialmente a quienes nos deberían dar ejemplos del perdón, como gobernantes contra sus adversarios; mientras Dios les habrá “perdonado” millares de veces, numerosos son incapaces de perdonar a quienes piensan distinto a ellos, o a cualquiera de nosotros que hiciéramos algún reclamo legítimo o con razón.Al final: ¿Qué dirá el Juez eterno?
Eduardo Iván González González
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