«Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños…
Porque cada día es un comienzo nuevo porque esta es la hora y el mejor momento»
Mario Benedetti
La naturaleza en su infinita mudanza influye sobre el hombre a través del libre albedrío que tiene para tomar decisiones de cambio, es así como elige lo bueno por lo malo, lo justo por lo injusto, la libertad por la esclavitud, la expansión por la rutina, la paz por la guerra, el amor por el odio.
El hombre ha cambiado el medio y este ha influido en su modo de vida y desarrollo. Ha cambiado las cosa supérfluas por las necesarias. Es de esta manera como nace el cambio hacia la propiedad, derecho que rescató el hombre desde la época en que el jefe de la tribu conquistaba su poder con actos de agresión y explotación económica, donde la proeza más elevada consistía en la habilidad para prescindir del trabajo y esfuerzo personal para beneficiarse y consumir la mayor cantidad posible de lo producido por otros. Esta «honorífica y honrosa distinción» correspondiente a la riqueza se convirtió en el incentivo predominante para conseguir bienes en la sociedad primitiva que hoy utilizan las tiranías como ley imperativa.
La propiedad privada no es de ahora, ha existido siempre en todos los tipos de sociedades, con la razón de que la propiedad particular hace prosperar de manera notable, tanto los intereses del grupo como la iniciativa y prosperidad del individuo.
El tiempo ya pasó en que el astuto ponía su astucia al servicio del forzado y hombre lleno de vigor, única manera que tenía de ayudarse unos a otros, cambiando sus habilidades para satisfacer sus necesidades.
Han transcurrido muchos siglos y el hombre sigue haciendo la misma operación: el médico pone su ciencia al servicio del otro, cambiando servicio por la mediación del dinero, valor convencional que sigue funcionando.
De todas estas experiencias y aprendizajes, los países que viven en democracia cuentan con un sistema modernizado, han cambiado todo lo obsoleto, solucionando de manera magistral los problemas a través de los modernos sistemas que hoy permiten saber por medios como Internet, como van las cosas del mundo y su economía enterándonos desde la comodidad que brindan los medios comunicacionales.
La vida es un cambio constante indetenible: se cambia la soltería por el matrimonio, el temor por la precaución, la creatividad en contraste al hábito de soñar despiertos, se aprende a conocer para crear.
El genio está más allá de los cambios del pensamiento y del aprendizaje ordinario y porque su vida y su mente viven en una inspiración, improvisación y creación perennes, ampliando cada vez más los canales a pesar de las trabas normales que se le presenten a diferencia del hombre común.
Los cambios positivos, la alternativa de la evolución yendo hacia adelante es la única manera de cambiar lo que no sirve, poner un gobernante o empresario que marche hacia el progreso no hacia la ruina.
El mejor trabajo que tiene el hombre en la vida es el de asimilar los cambios que inexorablemente llegan. El individuo como ser humano busca lo que le favorece, rechaza lo que le hace daño. Los cambios son siempre progresivos nunca regresivos.
Nosotros cambiamos desde que nacemos. Los cambios nos ayudan a avanzar, quien se queda atrás pierde, avanzar ayuda a crecer, a ser más sabios. Evitar los cambios es imposible porque todo cambia hacia mejoras, hacia la libertad.
Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. No es el fin del mundo, es el inicio de un mundo nuevo, de una vida mejor, de una oportunidad.
El que rechaza el cambio es el arquitecto de la decadencia. La única institución humana que rechaza el progreso es el cementerio.
Harold Wilson
Amanda Niño de Victoria