Hay muy poco que agregar a lo que todo el mundo sabe. Propios y extraños están convencidos de la existencia de una dictadura tiránica que mantiene al país en proceso de disolución acelerado, millones de familias dispersas y una pobreza material y espiritual crecientes. Todo se sabe y los males del país están sobre diagnosticados como hemos dicho muchas veces.
La inmensa mayoría anhela un cambio rápido y profundo. Han pasado veinte años desde el inicio de la destrucción institucional y humana de la nación. No se puede esperar más. Mucho menos tolerar acciones que desde una supuesta “oposición” sólo sirvan para garantizar convivencia, una especie de cohabitación aberrante.
Venezuela es tenida hoy como una amenaza para el continente y buena parte del mundo. Esto incluye a Estados Unidos y explica buena parte de los últimos acontecimientos en América Latina, aún en pleno desarrollo. De acuerdo a las serias informaciones recibidas, aquí está el epicentro de toda la subversión en desarrollo, adecuando las acciones a las circunstancias propias de cada país convulsionado. Ahora van por Colombia y, repito una firme convicción, todo lo que la afecte tendrá consecuencias inmediatas entre nosotros. Es mucho lo que está en juego. Somos una misma nación así esté contenida en dos repúblicas independientes.
Hay que salirle al paso a la desviación electoralista que tratan de imponer desde las alturas del régimen con la insólita cooperación de cierta dirigencia tenida como opositora hasta ahora. No es cierto que todas las dictaduras son derrocadas por la vía del voto. Premisa falsa. Al voto se llega después que son liquidadas y se inicia la construcción de un sistema modernizado de libertad y verdadera democracia. Esa consigna simplista de “votos sí, balas no”, esconde una hipocresía tremenda. Hasta ahora, durante veinte años, las balas han sido instrumento exclusivo de la dictadura y la manipulación fraudulenta del voto, en sopotocientas elecciones, nos han llevado a la situación actual.
El régimen está ideologizado hacia un socialismo comunistoide, fracasado probado en el planeta, que aspira resucitar, pero dirigido por un grupo altamente incompetente, ignorante, corrompido y condenado al fracaso, pero arrasando con todo lo que encuentren a su paso en la retirada.
Sin embargo, hay problemas internos gravísimos en el régimen. Cada día son más los que temen profundamente el juicio material y ético que seguirá a esta izquierda estéril e inmoral, protagonista del más escandaloso fracaso sucedido en el continente americano.
Invito a marchar el próximo 16 de este mes. Atendamos la convocatoria hecha por el presidente (e) Juan Guaidó. Esta fecha envuelve un contenido que puede ser trascendente para la liberación del país.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz