El fin de semana pasado tuve el gusto y el orgullo de disfrutar del musical Los Miserables, basado en la novela de Víctor Hugo, con un excelente grupo de voces venezolanas, la maravillosa orquesta Gran Mariscal de Ayacucho, dirigida por Elisa Vegas; la utilería, el vestuario, la operatividad del escenario, la iluminación, los efectos de sonido, la magnificencia del Teatro Teresa Carreño y el apoyo de los acomodadores; a todo esto: ¡Chapeau!…y fue mucho lo que apoyó la Embajada de Francia. ¡Gracias!
El mensaje que recibí es que, a pesar de tantas dificultades, en Venezuela tenemos productos y servicios de primer mundo y, en este caso, detrás de esta obra, está El Sistema de Orquestas Juveniles Simón Bolívar fundado por el apóstol mundial de la música, el venezolano José Antonio Abreu. Allí se formaron la mayoría de los músicos y cantantes de Los Miserables.
Sobre El Sistema cabe ir más allá porque, no sólo es de primer mundo sino que también es único en el mundo porque ofrece un modelo de enseñanza musical basado en el aprendizaje, no individual, sino grupal y de participación masiva, que lo convierten en el mecanismo más eficiente y de mayor tamaño en el mundo para la enseñanza musical; al punto que El Sistema está por alcanzar unos 2.000.000 de músicos y cantantes en 2020 y es contratado como asesor o copiado por otros sistemas musicales, públicos o privados, en el mundo.
Pudiéramos seguir esta lista hablando del cacao, chocolates, café, misses, rones, centros comerciales, médicos, pilotos, ingenieros, universidades, etc… y de nuestros quesos blancos, ¡uf!Pero, lo que nos limita es que nuestras extraordinarias individualidades no forman equipo. Sin embargo, la maravilla de nuestras orquestas nos sirve para transmitir el ejemplo vivo del modelo de desarrollo sostenible porque ellas armonizan la dualidad entre la excelencia individual y la necesidad de cooperar como miembros de un grupo hasta producir un resultado cuyo valor es mayor que la suma de los esfuerzos individuales. Esta es la síntesis entre la libertad y la igualdad que tan infructuosamente tratan de lograr los sistemas político-económicos.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes