Su preocupación porque, a partir de ahora, exista una incertidumbre absoluta sobre el valor de los créditos comerciales para los tomadores de fondos, un factor que vulnera la planificación del flujo de caja de los solicitantes de crédito, expresó la firma consultora Aristimuño Herrera & Asociados, al referirse a la última decisión adoptada por el BCV.
También consideran inconveniente el riesgo implícito de un incremento de los costos financieros para las empresas, si se produce, como es factible, una aceleración de los precios en el mercado cambiario, con el consecuente riesgo de incremento de la morosidad para la banca.
Advierten que los líderes empresariales y las gerencias financieras, enfrentarán un panorama aún más complejo en los próximos meses, porque las decisiones para frenar la liquidez –un objetivo logrado parcialmente- significan una grave contracción del crédito en un momento cuando, según las cifras del propio BCV, la economía se viene contrayendo sostenidamente desde el primer trimestre de 2013, y se ha perdido más de 55% del PIB en casi seis años.
Señalan que sin crédito el riesgo aumenta radicalmente, de manera que aconsejan una revisión integral de los planes de negocios, para establecer prudentemente las necesidades de financiamiento y establecer las fuentes posibles, en el entendido que no se contará con el acompañamiento normal de la banca, a menos que las circunstancias regulatorias cambien.
Aseguran asimismo, que también hay que preocuparse por la salud del sistema bancario que, y vale perfectamente el “lugar común”, funciona como el sistema circulatorio de las economías.
Las cifras que revelan los reportes mensuales de la firma, especialmente los correspondientes a septiembre, sobre la banca venezolana llaman a preocupación.
Recuerdan que la cartera de créditos ha desacelerado su crecimiento y las captaciones del público registraron un aumento de apenas 3,3%. Destacan el hecho que la cartera de créditos está creciendo más rápido que las captaciones, con una fuerte incidencia en los costos financieros de la banca, como consecuencia de la multa por penalidad en el sobregiro del encaje,
que hace insostenible para la banca operar en un negocio donde cada vez más los beneficios tienden a desacelerarse, a tal punto que algunas instituciones bancarias registran saldos en rojo.
Observan igualmente que el patrimonio total cayó, por primera vez en el año, -13,9% y la rentabilidad patrimonial también registró signo negativo en un -8,24%. “Parece que los indicadores claves del negocio bancario están pasando de la desaceleración a la contracción”.