Carora conmemoró 124 años del nacimiento del Siervo de Dios Monseñor Salvador Montes de Oca #24Oct

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El pasado domingo 20 de octubre se realizó una Misa en Acción de Gracias por los 124 años del nacimiento y 75 años del fusilamiento del Siervo de Dios Monseñor Salvador Montes de Oca.

La Santa Eucaristía fue presidida por Monseñor Ubaldo Santana, Administrador Apostólico de la Diócesis de Carora, junto a varios sacerdotes del clero de Caroreño.

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A continuación Homilía a Monseñor Salvador Andrés Montes de Oca:

Muy amados hermanos en Cristo Jesús, ¡Buena noticia! Monseñor Salvador Andrés Montes de Oca, un hijo de esta tierra va camino a los altares. Un caroreño que nació por aquí cerca, en una casa de la calle S. Juan, que fue bautizado e hizo su primera comunión en este templo, hijo de una modesta familia de honda raigambre católica, que cuidó los chivos de su tío, ¡va camino a los altares junto con otros catorce católicos venezolanos!
Llena de orgullo y alegría el corazón de los caroreños, la buena noticia de saber que uno de los 222 sacerdotes que ha dado esta tierra a la Iglesia, de los cuales seis llegaron a ser obispos, que cantó su primera misa en S. Dionisio, ahijado del padre Carlos Zubillaga, y que, desde el principio mostró su amor por la Eucaristía, la Iglesia, los pobres y los humildes de su tierra, y por su lar caroreño, ¡va camino a los altares!
Hermosa noticia, hermanos, que llena de regocijo esta joven Iglesia diocesana, saber que el más joven obispo que ha tenido Venezuela, elegido a los 32 años, a escasos cinco años de su ordenación sacerdotal, desterrado de Venezuela por defender con valentía la familia, el matrimonio y los derechos humanos de los reclusos, ¡llegará un día no muy lejano a los altares!
Nos llena a todos de alborozo enterarnos que ese prelado, luego de renunciar a su diócesis para ingresar primero con los padres Sacramentinos, por su gran amor a la eucaristía, y luego en la Cartuja de la Farnetta, por su gran deseo de santidad y de oración, fusilado por tropas nazis hace 75 años en Italia, al final de la segunda guerra mundial ¡va camino a los altares! Su causa fue introducida hace apenas tres años, en el 2015, en Valencia, diócesis de la cual fue su segundo obispo. Está por finalizar la llamada fase diocesana y, el consiguiente inicio de la fase romana, desde la Congregación de la Causa de los Santos.
Diversas efemérides relacionadas con su nacimiento, su destierro y su muerte martirial, acaecidos en estos meses de septiembre y octubre, nos ofrecen un excelente motivo para recordar hoy su memoria en esta santa eucaristía dominical. Para reavivar los vínculos que nos unen a su persona, su vida y su trayectoria contamos con la presencia de la Sra. Reyna Montes de Oca, presidente de la fundación Mons. Salvador Montes de Oca, y de su señor esposo. Formulo votos para que su presencia y testimonio nos motiven a hacer nuestra esta causa y a implicarnos de manera más decidida en el desarrollo de sus actividades.
Como obispo y ahora como administrador apostólico de esta diócesis, me siento particularmente interpelado, por su ministerio profético, caritativo y pastoral, su testimonio de vida sacerdotal, episcopal, religiosa y contemplativa. Me llama poderosamente la atención la indeclinable fortaleza con la que mantuvo, hasta el final, su testimonio de fe y su adhesión a la Iglesia de Cristo, asumiendo con valentía, tanto en la Venezuela gomecista como bajo el poderío nazi en Italia, todos los riesgos que tal lo postura conllevaba, incluso la muerte. Nos ha dejado a los obispos de Venezuela un precioso legado en el que debemos inspirarnos para asumir, con el mismo coraje, nuestra misión profética frente de la grave crisis de corrupción y violencia que azota nuestro país.
Carora, y esta diócesis en particular, han de sentirse más directamente comprometidas en sumarse a Valencia y a Barquisimeto para llevar adelante la causa de beatificación del este Siervo de Dios. Necesitamos en primer lugar tomar más en serio nuestra propia condición cristiana y nuestra vocación a la santidad.
El Papa Francisco nos pide que en este mes de octubre vivamos un tiempo misionero extraordinario, bajo el lema “Bautizados y Enviados”. Somos miembros de la Iglesia y la Iglesia está en misión en el mundo. Necesitamos reavivar el sentido misionero de nuestro bautismo. Sigamos el ejemplo de Mons. Salvador Montes de Oca que desde la fe vio la realidad de Venezuela y del mundo con los ojos de Dios. Sabemos que vivimos de fe cuando comunicamos a otros nuestra fe. El mundo de hoy necesita misioneros de Cristo, que vivan a fondo su cristianismo, haciendo viva y palpable la caridad y la misericordia del Señor en favor de los más necesitados.
Llegar a tener un santo salido de nuestras calles es sin duda una inmensa gracia de Dios, un don inestimable del Señor. Pero para beneficiarnos de ello tenemos que poner también responsablemente nuestra parte. Nos corresponde en primer lugar interesarnos más por su persona, empaparnos más de las distintas etapas de su vida, de su mensaje para saber por qué reúne este valiente pastor las cualidades para ser inscrito, si Dios quiere, en el libro de los santos. Este Siervo de Dios ha de volverse un personaje familiar, incrustado en nuestra vida cotidiana. Hemos de introducirlo nuevamente en nuestras casas, en nuestras calles, en nuestros vecindarios y aldeas, en S. Dionisio, en la catedral, más aún en nuestras mentes, nuestros corazones y sobre todo en nuestras oraciones. Oremos insistentemente, hermanos, por su pronta beatificación.
Orar con insistencia, sin cansarse, presentándole a Dios Padre nuestras necesidades sin dejarnos vencer por el cansancio, es precisamente el mensaje que nos trasmite el evangelio de este domingo. el Señor vuelve sobre el tema de la oración. En esta oportunidad, valiéndose de dos parábolas, la primera de la cuales acabamos de escuchar, nos recuerda que hemos de orar sin cesar, con insistencia al Padre de los cielos. La oración insistente de la viuda reclamando sus derechos importuna y fastidia al juez a tal punto que se ve obligado a pesar de su falta total de sensibilidad humana y de responsabilidad, a hacerle justicia.
Es necesario tener mucha fe para continuar resistiendo y para obrar, a pesar de que no se vean los resultados. Quien espera resultados inmediatos, se dejará vencer por el desaliento, Nuestro Padre está dispuesto a escucharnos, a atender nuestras necesidades y aspiraciones fundamentales, pero somos nosotros los que no oramos con suficiente insistencia, con creciente deseo, con permanentes súplicas y ruegos.
“Lucas es el evangelista que nos dice más cosas sobre la vida de oración de Jesús. Nos presenta a Jesús en constante oración. Jesús oraba mucho e insistía, para que la gente y sus discípulos hiciesen lo mismo. Y es en el confrontarse con Dios donde aparece la verdad y la persona se encuentra consigo misma en toda su realidad y humildad” (Lectio divina de los PP. Carmelitas). Lucas es el evangelista de la oración. Entre el evangelio y el libro de Los Hechos alude a la oración de Jesús, a sus enseñanzas sobre la oración o a la oración de los apóstoles y de las comunidades cristianas en más de cuarenta ocasiones. La oración es el corazón de la vida de un cristiano y la fuente de su vida de fe y la práctica del amor a Dios y a sus hermanos. La oración, dice S. Agustín, es la potencia del hombre y la debilidad de Dios.
Oremos, mis queridos hermanos, a nuestro Padre del cielo, valiéndonos de la intercesión de Mons. Salvador Montes de Oca, para que llegue muy pronto, el anhelado día de su beatificación. Oremos para que Dios suscite entre nosotros beatos y santos venezolanos de todas las condiciones y edades. Los discípulos de Jesús no estamos de adorno en este mundo: tenemos mucho que dar a nuestro pueblo, a la sociedad de hoy y al mundo entero. Como el Siervo de Dios nos toca a todos nosotros anunciar el advenimiento del Reino de justicia, de derecho, de libertad y de paz, insistiendo, a tiempo y a destiempo. Hace falta una fuerte e insistente misión evangelizadora para exhortar a las familias, a los jóvenes, a los niños a vivir su fe con coherencia, a asumir sin miedo la misión que el Señor nos está pidiendo en la Venezuela de hoy. Así como Mons. Salvador Montes de Oca fue consecuente con su fe y asumió la misión que le fue confiada. Con hombres de Dios como él podemos avanzar sin miedo, confiados, con la seguridad de que el Señor camina con nosotros en la Iglesia y la Venezuela de hoy comunicándonos fortaleza, alegría y esperanza.

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