Un adolescente –apenas quince años- se queja en este rincón sobre los problemas de los jóvenes en la Venezuela actual y hace mención, entre las crisis ya conocidas de la incomunicación en la cual se debate la población; “es más fácil – dice- que un ciudadano de los Estados Unidos establezca un contacto con un tripulante de la estación espacial que un venezolano intentando conversar telefónicamente con un amigo que vive a pocas cuadras de mi casa”. Es bien cierto la carencia de medios impresos en el país. El papel periódico es un lejano recuerdo para los miles de periodistas venezolanos y en cuanto al manejo del Internet o la posibilidad de acceder al servicio resulta imposible para el ciudadano común. Cantv no ofrece ninguna alternativa al respecto. Los mensajes son repetitivos y desalentadores. “por ahora no podemos suministrar ningún elemento que tenga que ver con las nuevas tecnologías. Solamente aceptamos su solicitud”. En la provincia la situación es más difícil si la comparamos con la capital de la república. No tenemos ningún acceso a ese entramado burocrático en que se han convertido las instituciones. En el interior solo dan la cara algunos gerentes regionales para repetir la dosis de desesperanza. En Barquisimeto, por ejemplo, el centro de la ciudad es territorio prohibido para los aspirantes a Internet. “no hay puertos disponibles» –dicen en la empresa telefónica-. Por otra parte, -el gobierno regional- gobernación y alcaldes, entre otros, no tienen la fuerza necesaria para hacerle presión a sus superiores políticos sobre la perentoria necesidad de los larenses de acceder a un servicio público tan necesario en estos tiempos. En nuestro caso, lo único que hacemos es visitar las tristes oficinas de la Cantv y preguntar por mi solicitud. Ya se pueden imaginar cuál es la respuesta a una pregunta tan estúpida como esa. Ah, coloqué en minúscula el nombre de la empresa telefónica hasta que pueda recuperar las mayúsculas.
II
Le debíamos estas líneas de felicitaciones a los directivos y miembros de la peña musical Babalú Ayé por la deliciosa velada con la cual celebraron los veinte y cinco años de su fundación. A casa llena, como suele decirse, el espectáculo en el auditorio del colegio de abogados. Un desfile interminable de buenos cantantes y un homenaje merecido a las figuras de Yuyita de Chiosone y Juan Santaella, ella concertista en su primera juventud, y él intérprete de la más alegre música latinoamericana, que tato nos gusta para echar un pie. Una tarde para el recuerdo, gracias al apreciado profesor Omar Arraiz. El presidente vitalicio de la Peña.
III
Nos duele en el alma el ataque despiadado de elementos radicales contra Chile, un país amigo de Venezuela, cuya solidaridad ha sido expresada una y mil veces por el Presidente Sebastián Piñera, un gran demócrata continental. Sospechoso esa reacción de los grupos de la izquierda comunista, que no fueron capaces de enfrentar a Pinochet en el pasado, envalentonados hoy en un sistema político que les permite expresarse libremente, sin temor a odiosas represiones, una vieja costumbre en los gobiernos de esa tendencia. Los hombres libres del mundo están hoy con Chile y su Presidente. Dicho esto, nada sorprende lo ocurrido en Bolivia el fin de semana, un burdo fraude electoral reelige a Evo Morales como Presidente del país, sin aceptar la decisión soberana del país para impedirlo. Aquí hemos podido ver un video donde se muestran miles de cajas contentivas del voto de los ciudadanos de Potosí que no fueron contabilizados por las autoridades electorales, que si lo hicieron con los sufragios manipulados por los seguidores de Morales. Cualquier similitud con casos de la vida real, sí es una coincidencia… De malos propósitos, claro está.
IV
El gobierno aún no ha pagado lo correspondiente al nuevo salario, pero ya los precios apretaron el acelerador, lo cual significa que la platica ya está convertida en sal y agua. Entonces cuídense de enviar mensajes navideños deseándole al venezolano unas felices pascuas y un próspero año nuevo, porque parece un chiste de mal gusto.
Luis Rodríguez Moreno