Durante el mes de septiembre, el Observatorio Venezolano de Violencia hizo público que Venezuela es el país que tiene la mayor cantidad de suicidios en América Latina, los cuales son protagonizados por jóvenes y adultos mayores. El director de esa organización, Roberto Briceño León, considera que hace dos años la realidad era diferente y que en Venezuela el suicidio pasó de ser un acto individual a convertirse en un fenómeno social.
Briceño sustenta esa declaración en que las razones del suicidio en el país, dejaron de ser religiosas, o por el propio sentido de la vida y la muerte, y comenzaron a producirse por factores socioeconómicos, relacionados con la poca estabilidad monetaria, hiperinflación, falta de servicios públicos y protestas. Por ejemplo, asegura que la mayoría se ha quitado la vida porque perdió la identidad que le inculcaron desde niños, como llevar dinero a casa y alimentar a su familia; y también porque les toca enfrentar la falta de medicinas para enfermedades graves o depresivas.
En ese sentido, la Psicóloga, Gabriela Ríos, perteneciente al Proyecto Creces, explicó que los adolescentes son una población desprotegida porque normalmente se hace énfasis en el cuidado de los niños y adultos mayores y que la etapa de cambios que ellos enfrentan, se hace más complicada por los embates de la crisis venezolana. “En consulta he notado que hay adolescentes que han tenido que dejar de estudiar para trabajar y ayudar en casa, pero ellos no están listos para eso porque están en etapa de definir su personalidad”, añadió.
Ríos considera que la presión en los adolescentes puede traducirse en decisiones trascendentales como el suicidio. “A veces se les delegan responsabilidades como el cuidado de hermanos o primos menores, pero tampoco están preparados para ello y los adultos quizás no estan pendiente de lo que le ocurre al joven”, dijo la especialista, quien ofreció recomendaciones para sobrellevar la crisis sin acostumbrarse a la situación de falta de seguridad, poder adquisitivo, servicios públicos (en especial la electricidad).
Comunicación y rutinas
Como primera recomendación, Ríos refiere que en virtud de que la mayor causa de irritabilidad en los adolescentes está relacionada al problema eléctrico, es importante establecer rutinas claras al momento de ausencia de electricidad, como por ejemplo ubicar las luces portátiles, baterías e implementos para cargarlos, en un mismo lugar; desempolvar juegos de mesa, o utilizar viejas revistas para darse aire y refrescarse.
“Debemos adaptarnos a la situación, pero es importante resaltar que adaptarse y acostumbrarse no es lo mismo… Es importante tener en cuenta que esto es algo transitorio”, insistió la especialista, quien recalcó la importancia de fomentar la comunicación en casa y mantenerse atentos a lo que sucede con todos los integrantes de la familia, a cambios bruscos de humor, resistencia a compartir las vivencias diarias o dejar de acudir a lugares que normalmente se frecuentaban. “Esas pueden ser señales de alerta en la que el adolescente intenta comunicar que no se siente bien”, apuntó la psicóloga.
Por último indicó que se recomienda la atención psicológica y psiquiátrica, e invitó a romper el mito de que acudir a estos especialistas es para personas que están “locas” o enfermas, pues, al contrario, ayuda a personas que se percatan de que algo no está fluyendo como debería ser y buscar la opinión de un especialista, es tener una herramienta a tiempo.