No podemos caer en la misma jugada. Esta realidad xenofóbica, no puede contagiarnos con reciprocidad. Ciertamente, es una indignación sin tregua que nos derriba. No soportamos, con toda razón, ver a tantos conciudadanos casi ultrajados y mancillados por algunos peruanos o por unas raras fuerzas de la ley. Eso golpea en nuestras emociones y quisiéramos casi a dentelladas mayúsculas, salir a resolver el hecho con nuestras propias manos.
Pero el saco es inmenso y la tendencia ha sido el meter a todos los incas por igual, sin tregua ni cabeza aplomada. Hemos sido un poco atolondrados en nuestros comentarios y reconozco haber caído en ese laberinto interminable. Ver a un joven venezolano sollozar sin consuelo, mientras le quitaban los chocolates que vendía, por un capricho legal que no entiendo, por supuesto que perturba.
Llovían en las redes sociales los mensajes sobre ese extraño militar con megáfono en mano, despotricando en plenas calles de Lima, de forma retorcida sobre nosotros. O la dama golpeada por efectivos policiales en sus piernas, cuyas máculas y moretones duelen en el orgullo patrio.
Hasta las declaraciones de ciertos políticos acusadores en Perú, tan desafortunadas como intolerables. Por eso en su momento, aclaré que no le quitamos la oportunidad de surgir a nadie. La variedad de emigrantes que se anidaron en el pasado en Venezuela, tuvieron el mismo deseo incuestionable de germinar y encaminar su destino.
Hay un rigor en algunos países para complicarnos los sueños. No es casual ni derivado de nuestra desgracia particular. Creo, sin mesura y sin muchos regodeos reflexivos, que es provocado por el mismo régimen. Hay evidencias en el pasado de cómo los cubanos -y ahora la dictadura venezolana- han sembrado el escozor y la desestabilización en ciertas naciones.
Algunos pensadores han manejado los postulados infalibles, que el “Caracazo” fue propiciado por La Habana. Tal vez de la misma forma como lo ha hecho con las guerrillas y los movimientos subversivos en gran parte del hemisferio.
Por eso en Ecuador quieren repetir la misma fórmula con las últimas manifestaciones violentas de estos días. El presidente Lenín Moreno ya está prevenido, conociendo desde adentro estas estrategias inusitadas. Es el mismo cronograma desventurado. Ante el anuncio del incremento del combustible, propiciar saqueos y terror. El mandatario lo ha contrarrestado con severidad y hasta un estado de excepción decretó.
Insisto en no creerme el cuento osado de que Perú no nos quiere. Nuestros desatinos en el exterior también pueden ser provocados. Hay una delincuencia propia que se ha mudado con todo su andamiaje a las naciones cercanas. Imagino a la tiranía financiando buses para trasladarlos a Ecuador y Perú, forjando su nicho y sus actos inadecuados. Hasta la mayor banda se encuentra por esos lados, entera y con sus mismos modos detestables.
Recientemente leí que unos diputados venezolanos en el exilio crearon unas comisiones parlamentarias, para velar por la defensa de quienes están el exterior. Lo verdaderamente preocupante es que las acciones taimadas se la cree el peruano de a pie y nos ve como el provocador de todos los males en esas tierras. Reconozco que ese país tiene ahora bastante de qué preocuparse, con la desintegración de su congreso y las manipulaciones censurables que su gobernante quiere hacerle a la política.
Me resisto a creer que mi colega Jaime Bayly sea el único peruano que nos quiere. Karina, Melissa y tantos otros nos han amado entrañablemente. Pero el camino de posibilidades ha perdido indulgencia de aquellos y ya muchos venezolanos tiene el impulso de escapar, sin saber adónde. Tengo un hermano allá, viviendo desconcertado y sin el estribo sólido para galopar por el éxito.
No es fácil dar por zanjado el asunto de la xenofobia. No hay una voz con inflexión determinante que logre resolver el hecho de que sobrepasemos los límites de las fronteras. Nos ha tocado hasta husmear en la mugre e inventarnos profesiones en el exterior. Duelen los gritos sofocados y el aire extraviado para seguir la ruta de la supervivencia. Hay que tener un temperamento audaz para no resistir; no desmayar en la contienda.
Pero se está haciendo causa común para romper las cadenas cubanas. Los mismos antillanos comienzan a acostumbrarse a que la gasolina llega menos y ya recurren a la tracción a caballos, mulas y bueyes como medio de transporte. También el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, sostuvo un encuentro inusual y a puerta cerrada con el Papa, siendo uno de los temas preponderantes la situación de Venezuela.
La solución frenética, decidida y razonable se encuentra más cerca. Debemos darnos golpes de paciencia y esperar estos meses providenciales. Se realizan los movimientos para la libertad y he visto en estos días un optimismo mayor en la meta. Reitero que la desmoralización siempre ha sido propiciada por la tiranía, por su voracidad por el poder. La mejor actitud es tener la clarividencia de la fe y proyectar en nuestro corazón, el país maravilloso que pronto tendremos.
José Luis Zambrano Padauy
@Joseluis5571