Uno de nuestros posibles escenarios consiste en que el gobierno socialista se entienda con el empresariado para recuperar el bienestar con el fin de reconectarse con la población.
Se observan indicadores de este proceso. No importa que no se haya anunciado. La misma discreción guardó Den Xiao Ping, el sucesor de Mao, para introducir el capitalismo en una China mucho más comunista que Venezuela, logrando milagros sin que le cortaran la cabeza.
Los elementos claves están en marcha: la liberación cambiaria y de precios, circulación paralela de divisas, estrecha cercanía entre los valores del cambio controlado y del dólar libre y la importación sin aranceles de miles de rubros. Todo esto explica la plenitud en los anaqueles y la incipiente recuperación del consumo.
Le siguen la desaceleración de la devaluación y la reducción de la inflación de tres a dos dígitos bajos, pero todavía muy altos para facilitar la recuperación de la inversión, la producción y el empleo debido a que se basan en la restricción del crédito bancario a través de un aumento feroz del encaje legal al 80% de los depósitos y la caída de la intermediación del 57 al 13%. Obviamente, sin crédito no hay producción, productividad ni confianza; las curas de la inflación.
Al gobierno le falta inducir más confianza en los ahorristas para que inviertan y produzcan, en vez de endeudarse para comprar divisas; lo que le permitiría bajar el encaje sin que se le disparen la inflación y el tipo de cambio. Para ello puede pagar las deudas de las empresas del Estado con acciones de dichas empresas (nunca con más deuda); renegociar la deuda soberana; devolver a sus legítimos dueños empresas confiscadas o adquiridas a la fuerza; y acelerar la descentralización para recuperar los servicios públicos.
Si este proceso se tranca por las sanciones, Maduro puede negociar el levantamiento de éstas a cambio de adelantar las presidenciales y que su partido presente un candidato carismático y no polarizador, mejor si tiene experiencia empresarial, que magnifique la reconexión popular aprovechando el potencial que le da aquello de que “Maduro no es Chávez”.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes