Eppur si muove, “y sin embargo se mueve” es la frase que la tradición atribuye a Galileo . Podríamos repetirla en estos días, por estas regiones equinocciales del Nuevo Continente. La política es dinámica, dice el lugar común casi ripioso. Pero lo es. Y ni siquiera en este país en crisis ancha, profunda y prolongada, está estancada. El poder cree que las tiene todas consigo y no es cierto. La alternativa democrática debe estar alerta a una realidad que se mueve.
De repente y sin obtener nada a cambio porque sus interlocutores, a algunos de los cuales respeto, poco le pueden dar que no le hayan dado ya, el grupo en el poder se incorpora a la Asamblea Nacional presidida por Juan Guaidó y se compromete a un nuevo Consejo Nacional Electoral y garantías para los procesos comiciales, así como a la liberación de presos políticos. No hay base lógica para ignorar y ni siquiera para restar significación a estos hechos. Porque son importantes. El analista debe valorarlos para contribuir a su comprensión. El dirigente político, por su parte, debe tenerlos en cuenta, es su deber, para ofrecer al ciudadano visión clara y orientaciones en este camino ya largo, a veces agotador, que la Nación entera se ve obligada a transitar para resolver la crisis social, política y económica que la empobrece y empuja a la emigración a varios millones de venezolanos.
La presencia de los diputados del Bloque de la Patria en el Capitolio, cuya ausencia es fruto de un conjunto de decisiones erradas que a su modo tratan de enmendar, es un paso de innegable gravitación política y que puede servir para que al completar la diversidad que es propia del cuerpo parlamentario, se abra el camino para el normal funcionamiento institucional, la vigencia efectiva de la Constitución y el funcionamiento del sistema para atender las necesidades y reclamos de los venezolanos.
Hay desconfianzas, se sabe, y no son infundadas y hay también graves asuntos pendientes, pero la mayoría de la Asamblea, al recibir a los reincorporados debe corresponder el gesto que la fortalece, demostrando su disposición a asimilar la natural pluralidad y a trabajar con esos parlamentarios. El nuevo CNE y las garantías que posibiliten procesos electorales creíbles para todos sin excepción y aceptables para el país y el mundo son una buena prueba. Buena por su trascendencia político- institucional y porque esas elecciones limpias y respetables están llamadas a ser utilísimas para que los problemas del venezolano de carne y hueso sean atendidos.
La Asamblea Nacional completa no será la misma ni debe serlo. La incorporación del denominado Bloque de la Patria no tendría sentido si se mantuviera el “desacato” cuya validez constitucional impugno, porque en lo político implicaría una contradicción injustificable por insalvable. También supone nuevos retos para una mayoría, cuyos miembros han sido sometidos a humillantes condiciones y que sería equivocado que se hubieran acostumbrado a actuar solos. Porque en este país estamos todos.
Ramón Guillermo Aveledo