Al parecer, el reguetón no solo logra “un millón de copias vendidas”, sino también “un millón de embarazos al día”. Por ello, se especula que alguna mano peluda de la Academia le puso un parado a esta hipnótica música que aparentemente es la causa del sobrepoblamiento del planeta. Pero como nada estimula más a la creatividad que la censura, he aquí un aporte para que el reguetón se vuelva a colar en los Latin Grammy: El Reguetón sin Groserías.
ESTROFA 1:
Camino a la hostería,
mi bella cortesana,
compuse este tema
con lírica muy sana.
Ya venimos seguido.
Sabes que no soy malo,
aunque tenga erguido
la masa de mi falo.
Siempre es el mismo plan.
No quiero te de susto.
Sabes eres mi can
y empiezo por el busto.
CORO:
Este es un reggaetón
compuesto pa’ ti mami.
No tiene groserías
pa’ que me den el Grammy.
(BIS)
ESTROFA 2:
Luego tú vas bajando
pa’ regularme el mínimo,
pero lo haces libando
un trozo de mi dídimo.
Aunque en la refriega,
con mucha distinción,
me dices que te niegas
a engullir mi secreción.
Sacas bandera blanca.
Me gusta tu teatro,
pero agarro tus ancas
y te pongo en IV.
Luego en un segundo
me vuelvo muy feliz
y cual dueño del mundo
me infiltro en tu matriz.
Abro tus posaderas,
te vuelvo a ayuntar
y en tu perineo
me digno a culminar.
CORO:
Este es un reggaetón
compuesto pa’ ti mami.
No tiene groserías
pa’ que me den el Grammy.
(BIS)
FIN
¿Ven?… En definitiva, el reguetón puede ser como el sexo. Se puede disfrutar sin procrear. Por ello no veamos la movida de la Academia como un acto de censura. Por el contrario creo que para quitarse de encima esa culpa de “Un millón de embarazos a día”; estimularon más bien la creación de un método anticonceptivo mucho más sofisticado: el preservativo musical.
Reuben Morales