Sí, como lo leen. Un autobús tipo acordeón ful de pasajeros que según, tiene un peso bruto de 45 toneladas, me arrolló en la Av Libertador con calle 42 de Barquisimeto. Una experiencia para contarla. Y por ello alabo a DIOS y a agradezco al Diario EL IMPULSO digital, que en mi año No 44 de ser columnista del Decano de la Prensa Nacional, me lo permite.
Muchos se preguntarán que fue lo que pasó y la razón por el cual la estoy contando. Sencillo. Nadie en este mundo donde vivimos está exento de sufrir las consecuencias del pecado. Por cuanto la promesa de Dios de darnos un mundo sin dolor, lágrimas y sufrimientos todavía está en el futuro. Lo estamos esperando. Lo aclaro, por cuanto he oído a connotados evangelistas cristianos que por ganarse el favor de sus oyentes les aseguran que si aceptan a Jesús como su Salvador personal van a conseguir en este mundo todo lo que quieran y les va a ir muy bien y eso es un error. Él acertadamente lo aclara “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” Juan16:33. Es por ello, que ninguna persona por muy fiel que sea a la Palabra de Dios, por muy obediente que sea a sus mandatos y por muy dadivoso que sea con su prójimo, su familia y quienes le rodean, está librado de sufrir pruebas, a veces muy fuertes como ya nosotros lo hemos experimentado en el pasado.
Digo todo esto, por cuanto además, que vivimos tiempos peligrosos, donde la lucha de nosotros los cristianos no es política ni ideológica. No es contra carne ni sangre sino contra potestades de las tinieblas. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Efesios 6:12. Entonces, a veces nos descuidamos, cometemos errores, obviamos medidas elementales de seguridad personal y nos ponemos a merced de ese enemigo de las tinieblas que es el Diablo, que anda buscando a los hijos de Dios como león rugiente para ver si los puede devorar. El Señor nos alerta “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” 1P5:8. Pero en ocasiones somos descuidados.
Por ello, quiero exonerar de toda culpa al honorable conductor de la unidad de Transbarca que me arrolló, el señor José Sánchez, por cuanto se tiene la tendencia de satanizar a los conductores cuando sucede un evento como este. Aunque sí existen irresponsables. No solamente en este ámbito, sino también en el privado, pero este no es el caso. Por información obtenida de testigos del evento, estamos convencidos que nuestro Señor Jesucristo tomó de alguna manera las manos del conductor y juntos pudieron maniobrar el vehículo hacia el lado contrario donde estaba este servidor atravesado, distraído y lograron evitar una tragedia total, que llenaría de dolor a todos mis amados y desgraciaría la vida de esta persona. El impacto fue terrible, me dejó tirado en el pavimento ensangrentado pero vivo gracias a Dios.
Esta primera entrega la voy a terminar, con un texto que a mi edad, 66 años, y en mi relación personal con nuestro Señor Jesucristo me llena de esperanza y poder. Es de DIOS para todos, pero las canas, me identifican de manera directa. “Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré” Isa.46:4. ¿Cuántos dicen Amén?
¡Hasta la semana que viene por la WEB Dios mediante!
Próximo artículo: “Me arrolló un Transbarca…” PARTE II
William Amaro Gutiérrez