Para recordar:
“Y el Señor Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría; y como el hombre llamó a cada ser viviente, ése fue su nombre”
(Génesis 2: 19)
Hace poco, el viernes, 20/09/19, fuimos invitados por el licenciado Julio César Vargas Calles, al programa Radial “Portafolio Empresarial”, transmitido por radio Cristal 610 AM, para hablar de este tema. Y por la participación de tantos oyentes, decidimos compartirlo a través de este medio.
Con el verso inicial, observamos que en Adán nació el primer biólogo, agricultor, junto a otras profesiones de la tierra. Pero como Dios fue quien formó al hombre a su imagen y creó las especies, géneros de plantas y animales, les dio la orden de reproducirse, entregando a Adán la tarea de nombrar a cada uno de ellos (Génesis 1: 26,27; 2: 23,24).
Al final, Adán no encontró para él su género distinto, complementario y fue allí cuando Dios sacó uno de sus huesos e hizo a su mujer y realizó el primer matrimonio. Es la razón por lo que dos mujeres o dos hombres, por más que quieran unirse, casarse, copular o tratar de hacerlo, jamás podrán cumplir la orden divina de la reproducción.
Como dijimos: En el Edén nació el primer estudiante: Adán. Pero por la entrada del pecado, tanto trabajar, estudiar o hacer cualquier actividad, aunque trae satisfacciones, también resulta doloroso o penoso. Tal vez por ello, hemos dicho u oído, algunas interrogantes como estas: “¿Quién inventó el trabajo?” o “¿Quién inventó el estudio?”. No obstante en cualquier época podemos preguntar: ¿Cómo estudiar más eficazmente?
Quien les escribe, no fue una lumbrera en los estudios básicos, como algunos de mis compañeros de clase o varios de mis familiares, pero por la experiencia recibida y junto al estudio de la Biblia, nos permitió alcanzar una profesión como docente, hicimos un estudio de posgrado y eso también nos animó a realizar este escrito.
En tal sentido, hay algunos consejos que pudiéramos nombrar y ustedes pueden buscar otros para aplicarlos, enseñarlos o ayudar a los niños que se inician en los estudios.
Entre otros: 1) Crea un hábito para estudiar: Nunca digas: “Si me dan ganas estudio”. Eso es muy difícil. Siéntate a estudiar y te vendrán las ganas. 2) Planifica, conoce el horario de clases y divide qué estudiar primero, repasa y prepárate para la clase siguiente. 3) No estudies sin parar. Detente cada 30 ó 45 minutos. Tampoco debes tomar café para no dormir y estudiar, porque además de ser una droga que te altera y es adictiva, al siguiente día no rendirías igual.
Descansa una vez a la semana. Esto no es una cuestión de tener una religión o no, porque ¿Qué religión existía en el Edén? ¿Qué dice la Biblia, en cuántos días hizo Dios los cielos y la tierra? La respuesta es en seis (ver Génesis 1, 2, Éxodo 20, Apocalipsis 14) y el séptimo día descansó, reposó, lo bendijo y lo santificó. Por eso dice el mandato que no debemos trabajar o “estudiar” el día sábado ¿De dónde viene lo del año sabático?
4) Autoevalúa lo estudiado. Aprende a tomar notas, haga resúmenes, reglas nemotécnicas y nunca querrás copiarte en los exámenes. 5) Busca estudiar con alguien que comprende la materia más que tú. Luego, trata de ayudar a otros, a comprender lo asimilado, porque bien dijo Cicerón: “Si quieres aprender, enseña” (citasyproverbiso.com).
Como vimos al principio, Dios es el autor de todo, pero separó la inteligencia de la sabiduría. Adquirir conocimiento académico es bueno y mostramos que somos inteligentes, pero eso, no necesariamente nos hace sabios para la salvación (2ª Timoteo 3:15-17). Ser sabios es obedecer lo que Dios dice en su Palabra. Por ello, para resolver problemas que nadie o pocos pueden solucionar, sin ser superdotados o genios, hagamos como el sabio Salomón, pidámosle a Dios porque de allí viene la sabiduría (ver Proverbios 1:7; 2:6; 16:16; Efesios 5:15,16; Santiago 1:5; 3:17; Job 28:28).
Eduardo Iván González González
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