La situación que hoy vive el país es muy curiosa. Nicolás Maduro se ha ausentado del país. Y Juan Guaidó, reconocido como presidente de la República por más de cincuenta naciones, tiene el poder en sus manos.
Al hacer tal consideración el Dr. Américo Martín, político, escritor y analista político, dice: “Maduro le ha debido entregarle de una vez el poder a Guaidó, para recuperar su estado traumático”.
La Constitución del 99 dice que cuando no hay presidente electo, la jefatura del Ejecutivo Nacional será desempeñada temporalmente por el presidente de la Asamblea Nacional.
Eso fue lo que obligó a 55 países y a la mayoría de la Asamblea Nacional a darle el respaldo a Guaidó, quien se juramentó, acto que se realizó para darle validez a la virtualidad del presidente interino.
Ahora tenemos un presidente que no lo es porque no es reconocido, que ha creado un Tribunal Supremo y una Asamblea Constituyente que él no sabe qué hacer con ella. Porque existe una Asamblea Nacional impecablemente electa por el pueblo.
A Maduro se le están haciendo muy difíciles los momentos que transcurren porque Rusia, que él la consideraba su aliada, reconoce a la Asamblea Nacional y no a la constituyente. Esa es una grieta muy fuerte en una de las columnas que lo sostenían.
Lo importante es que haya una disposición a negociar. Se puso la base y la ayuda en Noruega, experimentada en la materia. Se arrancó cuando la delegación de la oposición mayoritaria y reconocida por la comunidad internacional presentó una fórmula concreta para darle fuerza de realidad a la solución de esta crisis.
Pero, Maduro insólitamente ordenó a su delegación a que se levantara de la mesa, precisamente cuando se planteó llegar a unas elecciones limpias, verificadas por organismos internacionales. No se trataba de expulsarlo a empellones o de matarlo, sino de actuar como se hace en democracia, que el presidente derrotado se va tranquilamente.
Insólitamente también Maduro intentó hacer otro diálogo mediante un acuerdo en la Cancillería, pero con un grupo que no es legítimo, de una oposición fallida, que la comunidad internacional no reconoce.
Ahora cuando se producen las opiniones de las Naciones Unidas en contra del régimen y se han ablandado Rusia y China, desaparecen Maduro y Diosdado Cabello del país, junto con otros funcionarios.
Este viaje da lugar a muchas conjeturas, pero lo que debemos pedirle tanto a Rusia como a China es que le digan a Maduro que, al abrigo de la Constitución, entienda que debe haber una salida menos traumática y más beneficiosa para un país que se está muriendo de hambre. La solución es incontrovertible.