La gente en Bahamas rescataba el miércoles a víctimas del huracán Dorian con motos acuáticas y una excavadora, mientras la Guardia Costera estadounidense, la Marina británica y un puñado de grupos humanitarios trataban de llevar alimentos y medicinas a los sobrevivientes.
Los aeropuertos estaban inundados y las carreteras impracticables, después de que la tormenta más fuerte jamás documentada en Bahamas se instalara sobre las islas de Ábaco y Gran Bahama y las castigara con vientos de hasta 295 kilómetros (185 millas) por hora y lluvias torrenciales antes de moverse por fin hacia aguas abiertas en dirección a Florida.
En la costa estadounidense, la gente ultimaba sus preparativos para una tormenta que seguía mostrando peligrosos vientos de 165 kilómetros (105 millas) por hora, lo que la clasifica como de Categoría 2.
Al menos siete personas murieron en Bahamas, y aún se desconoce el alcance total del desastre.
Los vendavales del meteoro y sus inundaciones de agua turbia destruyeron o causaron graves daños en miles de viviendas, afectaron a los servicios en hospitales y atraparon gente en desvanes.
“Es una devastación total. Quedó destruida. Apocalíptico. Parece como si una bomba hubiera explotado”, dijo Lia Head-Rigby, quien ayuda a manejar una organización local de asistencia y que realizó un recorrido aéreo por las Islas Ábaco, una de las zonas más afectadas. “No se puede reconstruir lo que estaba ahí; hay que empezar de nuevo”.
Dijo que su representante en Ábaco le informó que “hay muchos más muertos” y que se están recuperando los cuerpos. El primer ministro también prevé un aumento en el número de decesos y pronosticó que la reconstrucción requeriría de un “gran esfuerzo coordinado”.
“Estamos en medio de una de las peores crisis nacionales en la historia de nuestro país”, dijo el primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis. “No se escatimarán esfuerzos ni recursos”.
Cinco helicópteros de la Guardia Costera volaban casi cada hora a la maltrecha Ábaco y evacuaron a más de 20 heridos al principal hospital de la capital. También marineros británicos acudían para prestar ayuda. Unos pocos grupos humanitarios independientes intentaban llegar a las islas afectadas en el norte del archipiélago.
“No queremos que la gente piense que les hemos olvidado (…) Sabemos en qué condiciones estáis”, dijo Tammy Mitchell, de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias de Bahamas, a la emisora de radio ZNS Bahamas.
Agachando la cabeza contra el viento y la lluvia, los rescatistas empezaron a evacuar gente tras el paso de la tormenta por la isla de Gran Bahama a última hora del martes utilizando motos acuáticas, botes e incluso una gran excavadora que llevaba niños y adultos en su pala, avanzando en medio de las aguas crecidas para ponerlos a salvo.
Un rescatista cogió con cuidado a un anciano en brazos y caminó hasta una camioneta descubierta que esperaba para llevarlo a tierras más altas con otras personas.
En las costas de Florida, Georgia y Carolina del Norte se emitieron avisos de evacuación para más de 2 millones de personas. Aunque la amenaza de un impacto directo a Florida prácticamente ha desaparecido, se prevé que Dorian pase peligrosamente cerca de Georgia y Carolina del Sur, e incluso que toque tierra en Carolina del Norte el jueves o viernes. El ojo del huracán pasó al este de Cabo Cañaveral, en Florida, el miércoles de madrugada.
Incluso si no toca tierra, es probable que el sistema cause marejadas ciclónicas y graves inundaciones, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
El centro de Dorian se encontraba el miércoles de madrugada unos 144 kilómetros (90 millas) al este de Daytona Beach, Florida, y avanzaba hacia el noroeste a 12 kilómetros (8 millas) por hora.
“No se arriesguen. Salgan de ahí”, pidió Carlos Castillo, funcionario de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias.
En las Bahamas, el portavoz de la Cruz Roja Matthew Cochrane dijo que se cree que más de 13.000 viviendas, alrededor del 45% de las residencias en Gran Bahama y Ábaco, sufrieron daños severos o quedaron destruidas por completo. Funcionarios de las Naciones Unidas indicaron que se necesitarán alimentos para más de 60.000 personas en las islas, mientras que la Cruz Roja señaló que unos 62.000 residentes requerirán agua potable.
Por otro lado, los meteorólogos seguían la evolución de la tormenta tropical Fernand, que se acercaba a la costa nordeste de México, al sur de la frontera con Estados Unidos. Se esperaba que tocara tierra el miércoles y descargara hasta 46 centímetros (18 pulgadas) de agua, según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, causando peligrosas inundaciones y aludes de lodo por debajo de la Sierra Madre.