La actriz Julie Andrews, de 83 años, recibió ayer el León de Oro honorífico de la Mostra de Venecia, máximo reconocimiento que concede el festival a los grandes protagonistas de la historia del cine (el otro de esta edición lo recibió Pedro Almodóvar en el arranque del festival).
La protagonista de Mary Poppins o Sonrisas y lágrimas recogió el galardón en una ceremonia al mediodía en la que aseguró: “Tiene un significado especial que el premio venga del primer festival del mundo. Cuando veo las películas que habéis seleccionado me acuerdo, una vez más, del poder que tiene el cine para conectarnos y unirnos”. Desde el escenario subrayó: “Soy una privilegiada por haber dedicado mi vida profesional a las artes cinematográficas”.
La actriz aprovechó su discurso para saludar a “la gran cantidad de talento joven” que ve aparecer en la industria del cine. “Les pido que sean fieles a su visión y a sus sueños”, aseguró Andrews, que agradeció al público cinéfilo “un apoyo continuo que permite que la magia siga viva en la pantalla”.
El premio le fue entregado por el director Luca Guadagnino, que explicó: “Es un icono de los siglos XX y XXI, que aporta un clasicismo olímpico a todo lo que hace. Su elegancia se ha convertido en un valor absoluto”, antes de la proyección de Víctor o Victoria, una de las siete películas que Andrews hizó con su marido, Blake Edwards, fallecido en 2010.
Además, la actriz trabajó con Alfred Hitchcock en Cortina rasgada y con Arthur Hiller en La americanización de Emily, una historia de amor en el Londres de la Segunda Guerra Mundial con guion de Paddy Chayefsky, que Andrews considera la mejor de su carrera.