Este sábado 24 de agosto se llevó a cabo un homenaje en el Centro de Historia Larense dedicado a Carlos Cruz Diez, el reconocido artista cinético venezolano, quien murió el 27 de julio de este año en curso en la ciudad de París, Francia.
El conversatorio contó con la presencia de ilustres personajes pertenecientes al casco histórico de Barquisimeto, en los cuales resaltan los nombres de Carlos Eduardo López, de Fototeca Barquisimeto, Omar Montero, expresidente del concejo municipal de Iribarren y Jéssica Gómez, quienes fueron los ponentes de esta agradable reunión.
La charla tuvo la finalidad de exponer la vida de Carlos Cruz Diez y resaltar su amor por el arte, por la cultura y la educación. Esa que priorizó en Barquisimeto, debido al apego que tenía por todo el estado Lara en general. Además, se tuvo como objetivo crear conciencia ciudadana para cuidar, valorar y respetar las obras artísticas de Cruz Diez, así como también, poner en práctica estrategias para restaurarlas.
Específicamente los ponentes hablaron sobre la célebre obra ubicada al este de la ciudad de Barquisimeto, la llamada Redoma del Sol Naciente. Esta, que fue realizada gracias a la amistad que tenía con el presidente de aquel entonces, Luis Herrera Campis, y de esta manera, Cruz Diez pudo presentar el proyecto en 1983 para su próxima realización. Aunque Carlos Eduardo López resaltó que el proyecto inicial tenía una plaza central y un bajo nivel para una galería.
Según López, Carlos Cruz Diez confesó su amor por los crepúsculos larenses, y afirmó en diversas oportunidades que Barquisimeto debió ser la capital de Venezuela, por muchas facetas, pero sobre todo, porque «Barquisimeto tenía un aura espiritual importante».
Por otra parte, la licenciada en artes, Jéssica Gómez, contó detalles sobre la obra Redoma del Sol Naciente, aclarando que esta cuenta con solo cuatro colores: Ocre, verde, azul y negro. Pero que Cruz Diez era amante de la «magia con los colores» y consiguió la forma de hacer que cada tono viviera por sí mismo, y generar un efecto en el cual los que observen, perciban otras tonalidades, como generalmente sucede con el color rojo.
Gómez contó que Cruz Diez no quería que sus obras fueran estáticas como las pinturas, sino que pudiera variar por la luz, la perspectiva y la fijación que cada individuo le diera.
Por esta razón, se concluyó con la intención de que más jóvenes se vean interesados por el arte, por las obras de Cruz Diez, y de esta manera puedan valorarlas, cuidarlas y respetarlas. Pero además, para poder poner en marcha una estrategia en la cual se restauren estas obras que han sido víctimas de la negligencia, olvido y actos vandálicos.