En 1965 el historiador Ramón J. Velásquez publicó a página entera en “El Nacional” un artículo sobre el asesinato el 27 de enero de 1907 del gobernador de Caracas Luis Mata Illas por el general Eustoquio Gómez, primo del vicepresidente general Juan Vicente Gómez en un bar ubicado en el sector Puente Hierro.
En 1966 Felipe Natera Wanderlinder publicó un libro dedicado a la memoria del gobernante asesinado. La pluma insigne de Rafael Sylva, autor del programa “Nuestro Insólito Universo” publicó En Quinto Día, su versión escrita de este crimen narrado por Porfirio Torres en una de sus ediciones radiales que vale la pena recordar a 112 años de tan horrendo crimen.
A raíz del arribo al poder en 1899 del general Cipriano Castro y su compadre Juan Vicente Gómez, los andinos hicieron suya a Caracas y eran temibles sus farras y parrandas en la capital y las familias se encerraban en sus casas para evitar males mayores.
En una de esas borracheras aquella tarde de enero de 1907 Eustoquio Gómez llegó con los coroneles Isaías Niño y Eloy Tarazona al bar “Bois de Boulogne” y ante el escándalo de los militares el prefecto, general Domingo Antonio Carvajal al tiempo de notificar la novedad al gobernador de Caracas, general Luis Mata Illas, envió a poner orden con un pelotón de policías.
En ese tiempo existía en Caracas una conspiración denominada “La Conjura” para tratar de impedirle al vicepresidente Juan Vicente Gómez, sustituyera en la presidencia al “cabito” Cipriano Castro, quien presentaba problemas de salud y Mata Illas era uno de los conjurados.
Estando cerca del sitio, el gobernador se presentó y pidió a los alborotados borrachos retirarse. Mientras discutían llegó la policía lo que habría provocado la ira de Eustoquio Gómez, quien revólver en mano acusó a Mata Illas de tenderle una emboscada y le disparó a quemarropa. Lo mismo habría hecho el coronel Niño y huyeron a esconderse después del crimen. Capturados posteriormente fueron enjuiciados y sentenciados.
Cuando Juan Vicente Gómez dio el autogolpe a Cipriano Castro como presidente encargado una de sus primeras decisiones, aquel diciembre de 1908 fue ordenar la libertad de su primo Eustoquio sentenciado a 15 años de cárcel que pagaba en la prisión La Rotunda. Eustoquio Gómez después fue gobernador de Táchira y desde 1929 del estado Lara.
Quien a hierro mata no puede morir a sombrerazos, como reza el adagio popular: El 21 de diciembre de 1935, luego de las exequias de Juan Vicente Gómez, Eustoquio fue a hablar con el presidente encargado, general Eleazar López Contreras y en una trampa para quitarse de encima al gobernador de Lara –a quien supuestamente temía– lo mandó a pedirle al general Félix Galavís le entregara la gobernación del Distrito Federal y lo llamó por teléfono para que lo atendiera con la debida precaución.
En un altercado, Eustoquio fue a sacar su revólver y Galavís se le fue encima y se lo impidió. Dos disparos se escucharon, ambos de muerte. Lo dejaron desangrar al retener a sus acompañantes. El médico examinó al herido y le dijo al general Galavís que era un caso perdido. “Querido doctor, cómo se ve que usted no sabe de política, es un caso ganado”, respondió Galavís.
Nadie justifica que la casa donde viviera Eustoquio Gómez en Barquisimeto, hoy patrimonio de la Alcaldía de Iribarren, lleve el nombre de quien representa la feroz dictadura de su primo el general Juan Vicente Gómez, tirano de una de las peores y más largas pesadillas militares sufridas por Venezuela en su era republicana.
Juan José Peralta